jueves, 6 de noviembre de 2014

MAUS - 1980 a 1991 - Art Spiegelman

Famoso comic sobre el holocausto, ganador del premio Pulitzer en 1992, cuya primera entrega, titulada: "Mi padre sangra historia" se publicó en 1986 y la segunda: "Y aquí empezaron mis problemas" en 1991.

Nos cuenta por una parte la historia de un empresario polaco de raza judía durante el nazismo, y por otra la vejez del mismo individuo y la relación que mantiene con su hijo, que es el autor del comic.

Como original recurso narrativo cada nacionalidad o raza viene representada por un animal, así, los judios son ratones; los polacos, cerdos; los alemanes, gatos; los suecos, alces; los estadounidenses, perros; los franceses, ranas; y los ingleses, peces. Esta es la lista completa, lo cual es una profunda ironía, porque esta misma representación no es sino una lista de prejuicios raciales, o, como poco, una simplificación igualmente racista.

En un momento dado el autor habla de sus dudas sobre lo que ha escrito, y sólo entonces pasa a ser un ser humano con una máscara simulando ser un ratón, mostrando que la raza no es tan esencial, sino algo también sobrepuesto al hecho de ser humano, aunque ningún ser humano aparece dibujado sin máscara (sí se ven algunas fotos).

Es un relato sin piedad hacia el protagonista en su vejez: se le trata de avaro, irascible, intratable; en definitiva alguien insoportable con quien es imposible tener una relación normal, pero a quien a la vez es imposible no admirar, porque no ha sobrevivido por casualidad, son sus habilidades, y hasta cierto punto sus defectos, las que le han permitido llegar a viejo mientras la mayor parte de sus seres queridos morían a su alrededor.

El dibujante (el personaje del dibujante, al menos) es una persona independiente, pero caprichoso y a veces estúpido, parasitando lo último que puede darle su padre, mientras lo trata con una lejanía debida al rencor generacional propia de un inmaduro que considera a su padre responsable de sus limitaciones y problemas.

La narración tiene el peso del holocausto, pero el acierto de la historia es contarlo como la biografía que es, haciendo pocas referencias a la situación general o la guerra, salvo cuando pasan por la vida del protagonista, presentando los hechos tan asépticamente como es posible. Por supuesto ser del todo aséptico tratándose de algo tan sucio, es algo que ni se puede ni se debe conseguir.

También es importante la parte en la que se nos plantean las consecuencias del trauma, y los personajes se preguntan varias veces hasta qué punto el carácter de cada uno se ha formado en base al holocausto, que ha sufrido el padre, pero también ha heredado el hijo, de alguna manera. Lo cierto es que la relación del padre y el hijo es parecida a muchas otras en las que se mantiene a lo largo de la vida el conflicto generacional.

Desde luego merece la pena su lectura, aunque sea un tema tan repetido, y sobre el que se han hecho tantas obras de calidad en todos los formatos. El punto de vista animal tiende a convertirlo en una fábula, que nos oculta hasta cierto punto las imágenes más horribles para dejarnos a solas con lo que no tiene imagen, con las palabras a la vez sentimentales y reflexivas.


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