sábado, 19 de agosto de 2017

Passengers - 2016 - Morten Tyldum

Una película para mayor lucimiento de guapos, que se ven atrapados en una nave espacial camino de un nuevo planeta: el hombre colonizando el espacio exterior. Pero, lamentablemente, para la mayor parte de la historia no importa mucho que fuera el espacio exterior o una isla desierta; es cierto que la estética futurista y los paseos fuera de la nave están bien realizados y aprovechados, pero no mejora las mismas escenas en El Marciano o, por supuesto, Gravity, y lo mismo podían ser una pareja de robinsones en el trópico.

En realidad lo más aprovechable de la película es lo menos aprovechado, los dilemas ante una situación extrema en la que cada decisión puede significar la vida y la muerte de otros, o de uno mismo, las relaciones entre dos personas condenadas a convivir en solitario (o no), que por lo visto tienden a ser buenísimas, etc. Pero todo esto se diluye y desaprovecha en nombre de la alegría y el optimismo, convirtiendo la película es un collage, un conglomerado de partes inconexas cuyo único propósito parece ser vendernos a los protagonistas. Como es bastante habitual en el cine actual, un puzzle cuyas piezas parecen sacadas de distintos puzzles, y se recortan un poco para hacerlas encajar.

Ya en el campo de la ciencia ficción, me ha gustado el generador de fusión con el que funciona la nave y el darle cierta presencia al dinero en su forma más cotidiana, dado que es un servicio contratado lo que los protagonistas están utilizando. Por el lado negativo, parece un poco cogido por los pelos todo lo referido a la velocidad a la que viaja, y, sobre todo, la incoherencia entre una nave superinteligente, que a la vez es superidiota, de manera que a la vez cree estar en su destino y a medio camino, y así un poco todo.

Resulta entretenida, eso sí, casi todo el rato, oscilando entre la comedia romántica y la película de aventuras, no es muy larga para los metrajes actuales, casi dos horas, y en ese sentido está bien medida, suficiente para dar un tiempo a cada fase de la película, y parando justo a punto de empezar a ser pesada.


martes, 15 de agosto de 2017

Ghost in the Shell - 2017 - Rupert Sanders

Estos días parece que se ha puesto de moda alabar el "empoderamiento" de la mujer, en concreto de una, Charlize Theron en Atómica, insistiendo en la supuesta novedad de que una mujer sea héroe (heroína) de acción. Pero son tonterías, al ser las peleas en el cine tan falsas como los pueblos del oeste, o los duelos al sol, los golpes de Arnold pueden doler lo mismo que los de su abuela, según lo exija el guión.

Así que, lo primero, me gustaría recordar a Geena Davis, que sí fue pionera en este campo, como pirata en La Isla de las Cabezas Cortadas y como agente secreto en Memoria Letal, y también aprovecho para destacar el desparpajo de Kung-Fusion, que nos demuestra como las peleas espectaculares están al alcance de todos los físicos de cualquier sexo y condición.

A estas alturas los ejemplos de luchadores y luchadoras de características variadas son numerosos, y hoy hablamos de un ejemplo más (por cierto, en el ambiente cibernético se me olvidaba nada menos que Matrix, cuya escena más popular fue, seguramente, la primera pelea de Trinity). El caso es que tenemos de nuevo una mujer, aunque mujer/robot, que se enfrenta al crimen dando patadas y pegando tiros como una campeona.

Aunque Scarlett Johansson siempre está bien, arriesga bastante en estas películas en las que lleva todo el peso, tanto respecto a la historia como al atractivo en taquilla, y que lo mismo pueden ser un éxito (Lucy) como un fracaso (ésta de la que hablamos). Desde mi punto de vista esta película tiene más sentido que Lucy, que es una tontería sin pies ni cabeza, sin embargo no ha tenido el mismo éxito comercial. Por lo que sea no queríamos este nuevo Robocop, pero sí nos apetecía otro Cortador de Césped.

No es una película de ideología revolucionaria, aunque pudiera parecerlo por la estética, al contrario, tiene un trasfondo conservador, en favor del status quo, que consiste en que al final el sistema funciona (lo cual me gusta) y viene acompañada de cierta polémica respecto a que los actores protagonistas son occidentales, representando personajes japoneses, personalmente creo que es algo que se puede obviar, claramente ha faltado o bien valor para hacerlo todo con japoneses, o bien coherencia para cambiar los nombres y la ubicación, pero son defectos menores una vez uno está dispuesto a entrar en la historia (o no), aunque se entiende que tengan importancia para los seguidores del manga.

Resulta entretenida, con la falsa profundidad de cierta estética moderna, basada, quizás, en la religiosidad de todo.