lunes, 31 de octubre de 2016

Los 7 Magníficos - 2016 - Antoine Fuqua

Nueva versión del clásico del oeste, que a su vez versiona el clásico de Kurosawa. Curiosamente en este caso los malvados que amenazan al pueblucho no son forajidos, sino un poderoso industrial que desea hacerse con la propiedad de un enclave minero, es lo que piden los tiempos.

En todo caso, los también poderosos industriales de Holliwood han hecho una película libre de toda
pretensión que no sea comercial. Se ha dibujado un papel protagonista a mayor honra de Denzel Washington, alrededor del cual se ha construido una historia inverosímil, que pretende rodearse de leyenda por haber escogido un título vintage.

Para evitar que se convirtiera en una peli para maduros nostálgicos, han incluido otra pareja protagonista más joven y atractiva, Chris Pratt y Haley Bennett, que llevan buena parte del peso de la película, sin mucho lucimiento, y que, sobre todo el personaje femenino, parece estar en una continua sesión fotográfica, en una especie de pase de modelos country.

La caracterización en general me recordaba la de viejas series de televisión, quizás de los 80 ó 90, como La Cámara de Comercio de Wildside, o la más larga y exitosa de los Jinetes del Pony Express (no recuerdo exactamente el título). No hay nada de auténtico en esta película, excepto la voluntad de hacer caja, pero tampoco es que uno se pueda quejar si va a un burguer y le ponen una hamburguesa, claro. No se promete más de lo que se da: un rato de entretenimiento estilo western, con algunos actores famosos y poco contenido.

Le ocurre un poco como a otras películas comerciales: parece un refrito de situaciones y personajes sacados de otras historias, que funcionan como ingredientes en la receta del éxito de taquilla: se ponen unas caras conocidas, con unos gramos de chistes no muy graciosos, una pizca de crisis existencial, un ramillete de corrección política, se riegan con bastantes tiros y se sirve a la hora de la siesta (o un poco más tarde, después de unas cervezas).

viernes, 28 de octubre de 2016

Inferno - 2016 - Ron Howard

Última de las adaptaciones al cine de novelas de Dan Brawn, en la que un profesor muy listo hace comentarios superficiales sobre importantes obras de arte italianas y sus autores. En esta ocasión se trata de la Divina Comedia y sus ilustraciones, que sufren con entereza la divulgación Brawniana, y un poco en general Florencia y Venecia, que le pillan de paso.

El malo de la película les ha quedado un poco a lo James Bond, ya que se trata de un rico megalómano que construye un dispositivo para diezmar la humanidad, y se sitúa por lo tanto lejos de las conspiraciones religiosas de los dos episodios anteriores.

Reconozco que no he leído la novela, porque en su momento ya lo hice con El Código Da Vinci y tuve suficiente Dan Brawn para toda la vida. Pero el malo del que hablaba resulta interesante por ser un terrorista ecológico. Él y sus secuaces son trasuntos casi perfectos de terroristas islámicos, trabajando en plan altruista y dispuestos a dar la vida para acabar con el parásito humano que consume el planeta. A su terrorismo, por lo tanto, se puede sumar un acierto en el diagnóstico del problema: los humanos somos demasiado numerosos para el mundo.

Aunque he leído alguna crítica bastante negativa, a mí me ha parecido la mejor de la serie, aunque intenta basar buena parte de su interés en sorpresas que no parecen importar al espectador, y en el carisma del personaje, que no deja de ser un Indiana Jones sin gracia, que en lugar de sus habituales escenarios exóticos, que en lugar de simpático es un poco pedante y en lugar de un Harrison Ford que se confunde con el personaje, lo representa un Tom Hanks que parece no saber muy bien lo que hace en la peli, excepto cobrar y mantenerse en el negocio.

En mi opinión toda la serie se deja ver, siempre que se mantengan las expectativas en el ámbito del más sencillo entretenimiento, obviando las pretensiones culturetas del autor.

jueves, 27 de octubre de 2016

El Hogar de Miss Peregrine para Niños Peculiares - 2016 - Tim Burton

Es, quizás, la película más infantil de Tim Burton, exceptuando, quizás, las de animación. Con un cierto tono de Brújula Dorada o Narnia, aunque la estética es algo más tenebrosa y bastante más atractiva en este caso. El otro fuerte de la película es la elección de los personajes, no es que sean especialmente profundos, pero al menos despiertan cariño estos pequeños monstruos desprotegidos,
que parecen descartes de la academia del profesor Xavier.

Los bichitos antropomorfos son cuidados por otra monstrua, Miss Peregrine, quien los guarda en una singularidad espacio temporal, es un espacio hipercontrolado. ¿De quién los protege? el caso es que los poderes de las monstruas cuidadoras son codiciados por un científico loco, quien pretende conseguir la vida eterna por su medio.

Reconozco que no difruto especialmente de este tipo de aventuras juveniles, en la que suele ser difícil la construcción de buenas historias. Este creo que es el punto fuerte de la película, como de otras del estilo... se construyen los personajes, se inventa un escenario, y luego no se sabe muy bien lo que hacer con ellos, ni como hacerlos interactuar, sino es infantilmente. Además hay alguna incongruencia en los juegos espacio-temporales, pero en realidad no importa, porque la trama es lo de menos.

No está mal para pasar el rato, aunque en algunos momentos se hace un poco larga. En conjunto mantiene cierto espíritu de Tim Burton, siempre agradable para quienes vamos siguiendo su carrera y, en general, disfrutando de su trabajo.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Cuando el Destino nos Alcance (Soylent Green) - 1973 - Richard Fleischer

El título en inglés de la película, Soylent Green, va llenándose de significado mientras avanza la película, por su parte la versión española Cuando el destino nos alcance, significa todo y nada, es una vaga amenaza, que tampoco aporta mucho, pero que hoy nos puede resultar significativo, dado que los hechos contados en la película se supone que ocurren en el año 2022, así que el destino está a punto de alcanzarnos.

La historia se podría considerar incluida en el subgénero de las distopías, en el que se nos presentan distintos futuros posibles, y en todos ellos la humanidad suele estar sumida en la pobreza económica y la sumisión política probablemente para siempre.

En el caso que nos ocupa el origen de la pobreza es el calentamiento global provocado por el efecto invernadero, lo cual no nos parecerá muy original, pero es que la película es del año 1973, así que puede servir de ejemplo para quienes creen que se trata de un invento de última hora creado por la ONU con algún oscuro designio. Lo curioso es que dicho problema haya quedado oculto durante tanto tiempo, quizás por el agujero en la capa de ozono y la guerra fría.

En la película las clases sociales se han polarizado y sólo existen los ricos y los pobres, aunque los ricos tampoco tienen alimento a voluntad, ni grandes yates (que sepamos), sí tienen agua caliente, jabón, más comida que los pobres, y, en definitiva, la mejor porción en la tarta de la necesidad, además de las comodidades actuales de la clase media actual. Como además es una sociedad eminentemente machista, los hombres con posibles tienen a su disposición chicas jóvenes que les acompañan y sirven a jornada completa, las llamadas furniture, mobiliario. Las chicas mobiliario consiguen vivir en la casa de su amo y disfrutar de las ventajas de su nivel de vida a cambio de sus servicios.

A las consecuencias del calentamiento global, principalmente la falta de alimento, hay que sumarle la superpoblación, que no se sabe si es un residuo de épocas mejores, o si se mantiene en tan alto número por los desvelos de la administración, que proporciona a los habitantes, en su mayor parte parados, alimentos concentrados, principalmente a base de soja y plancton, que constituyen los Soylent de varios colores, el más nutritivo es el Soylent Green, cuyo suministro nunca llega a toda la población.

En estas circunstancias el policía que protagoniza la historia se mueve en una enorme zona amoral, en la que no ser un completo rufián te convierte en un héroe. El trabajo es fundamental, al menos para diferenciarse de una mayoría de la población que es apenas una masa de carne doliente. Además el agente de policía dispone de una enorme autoridad individual, que parece provenir de la amenaza física inmediata, que le permite moverse por todos los ambientes haciendo poco menos que lo que le viene en gana y mangoneando a todo hijo de vecino (con los únicos compromisos de acudir a su trabajo y mantener satisfecho a su capitán).

En definitiva el mundo es un infierno donde el fuego es la humanidad omnipresente, doliente, peligrosa.
Por suerte, los gobernantes parecen haber encontrado una solución que mitigue los dos problemas fundamentales, a saber, la superpoblación y la falta de alimentos.

Hoy por hoy la película es muy actual en lo que respecta al calentamiento global y la superpoblación, aunque menos actual en la estética y en cierta ingenuidad que la recorre, sobrevolando el cinismo que se pretende mostrar.

Como otra de las películas de ciencia ficción protagonizada por Charlton Heston, El Último Hombre... Vivo (The Omega Man), de la que ya hablamos en su día, ésta ha pasado también a la sombra, y el gran público no se acuerda de ella porque no la echan por la tele, sin embargo ambas siguen muy vivas en el imaginario de los aficionados al género.

sábado, 22 de octubre de 2016

Julio César - 1979 - BBC Shakespeare Collection

Julio César es uno de los personajes históricos más recordados, o, dado que andamos flojos de memoria, uno de los que más huella ha dejado en la historia de Europa.

Desde una posición familiar mediocre, aunque patricio, a base de trampas y muchos talentos, consigue llegar a ser dictador en Roma, con poder casi absoluto, su gran sueño (no era muy humilde), poniendo las bases para una monarquía que por fin llevó la paz al imperio, tras más de un siglo de guerras civiles.

Por este motivo, y quizá por el interés de su heredero, hijo adoptivo, y primer emperador, Augusto, su leyenda comenzó con su cadaver todavía caliente. Ya Plutarco le pone en primer lugar de los romanos, comparándole con Alejandro Magno en sus Vidas Paralelas, y Shakespeare, lector de estas Vidas, escribe también esta tragedia para contar sus últimos días.
Veinte siglos después de su muerte, todavía existían dos césares en Europa, el kaiser y el zar, que utilizaban su nombre como símbolo de su poder, por encima de los reyes, aunque fuera el nombre de quien no llegó a reinar.

La tragedia comienza precísamente el día que César y Antonio hacen su pequeño teatrillo, en el que éste ofrece la corona a aquél, quien gentilmente la rechaza. Esta escena era un globo sonda, para comprobar si los romanos estaban dispuestos a admitir a César como rey, y él se enfada con la respuesta del pueblo, mientras sus enemigos, viendo su ambición, empiezan a planear el asesinato, en defensa de la república, por ese motivo les gustaba llamarse los libertadores.

Para dar lustre al crimen, era imprescindible la participación de Marco Bruto, hombre de gran reputación y amigo de César, que finalmente se une a la conjura por fidelidad a sus ancestros, quienes supuestamente también derrocaron a los reyes romanos, siglos atrás. Se encargará de convencerle Casio, el principal inspirador del crimen.

Esta pareja, Bruto y Casio, son para Dante, en su rencorosa Divina Comedia, el arquetipo de los traidores, culpables de la mayor traición de la historia, y por ese motivo se encuentran en el centro del infierno, sufriendo el peor de los castigos. Sin embargo, para Shakespeare no son malvados en absoluto, quizás Bruto es en el fondo el héroe de esta historia, aunque sea un héroe mártir, y de hecho la tragedia acaba con su muerte. El autor utiliza a Bruto y Casio para establecer un superficial diálogo entre estoicismo (Bruto) y epicureísmo (Casio), en el que en cierta manera prevalece el primero, dado que ha dado lugar a un hombre como Bruto, que incluso cita a Epícteto, años antes de Epícteto: piensa que tu mujer y tu hijo son humanos, para soportar su muerte (más o menos).

En el bando contrario ¿Quienes son los amigos de César? Desalmados, no precísamente heroicos; Marco Antonio es un hombre hábil para la guerra y para manejar la multitud, pero cuyo rencor por la muerte de su amigo pronto se diluye en las ánsias de poder, Augusto es un joven ambicioso, dispuesto a todo por ser el nuevo César.

Así vuelve Roma a las proscripciones, que César nunca había publicado, y en una terrible negociación de los triunvirus, se redacta una lista de condenados, a quienes puede matar cualquiera que se les encuentre sin juicio previo, en la que caben tanto parientes como el propio Cicerón. Esto va completamente en contra de la forma de actuar que César tuvo en vida, porque prefería pasar a la prosperidad como un gran admirador y salvador de grandes hombres, no como su verdugo (bien es cierto que los enemigos de César acababan muriendo, de su propia mano o de la ajena, como Pompeyo o Catón, porque la vida no se valoraba de la misma manera que en nuestros tiempos).

Los conspiradores se levantan contra los otros conspiradores, Bruto y Casi mueren dignamente a sus propias manos (más o menos), y la paz llega temporalmente a Roma, a manos del triunvirato.

Shakespeare nos contará también, como ya se habló tiempo atrás en el Blog, el siguiente capítulo de esta historia, en el que Augusto obtendrá finalmente el poder absoluto, en buena medida para bien del Imperio, en Antonio y Cleopatra.

Los personajes cambian según el contexto, y parece que al autor le son simpáticos sobre todo cuando pierden o mueren, quizás por eso Marco Antonio amante de Cleopatra es más simpático que Marco Antonio vengador de César.

Entre la fingida coronación de César y la muerte de los libertadores transcurre esta historia, que es sobre todo dialogada, siendo más psicológica y política que épica, aunque se cuente la lucha entre los amigos de César y sus asesinos.

Por aprender alguna lección de la obra aplicable al día de hoy, intentemos no ser ese ciudadano que toma partido sin más por el último que habla.




jueves, 20 de octubre de 2016

Enrique VIII - 1979 - BBC Shakespeare Collection

Quedan atrás los relatos de guerras civiles en las que distintos nobles luchan entre ellos, mientras intentan ocupar el trono de Inglaterra. Enrique VIII es ya rey absoluto y está muy por encima de los nobles, quienes siguen conspirando, pero ya no para conseguir el trono, sino para prevaricar, conseguir el favor del monarca y echar al valido: el odiado cardenal Wolsey.

La obra es, por lo tanto, una historia de corte: de cotilleos, difamaciones y camarillas, pero también de grandeza, en la que destaca la reina Catalina de Aragón, y el propio Enrique VIII.

Finaliza en el bautizo de Isabel de Inglaterra, con una profecía que indica lo importante que la niña convertida en mujer será para el país. Queda la idea de que, de hecho, todo el ambiente, hasta cierto punto de benevolencia, de la obra, se apoya en este hecho, está dedicada a alabar a Isabel convirtiéndola en una predestinada, y no quiere la más mínima mancha a su alrededor. Aunque se considera que fue escrita posteriormente a la muerte de la reina, lo cierto es que cuesta creerlo, por este mismo motivo, y dado que su sucesor, Jaime, no tenía especiales motivos para querer a su tiastra.

Digo ambiente de cierta benevolencia porque incluso el inicial malvado de la obra, el cardenal Wolsey, cuando cae en desgracia se nos presenta como un hombre que ha encontrado la sabiduría una vez que ya no tiene acceso al poder, resignado, fiel súbdito del rey y amigo de sus amigos (de los suyos, no de los del rey). Por su parte, la reina Catalina, como ya se ha dicho, se presenta como un ejemplo de quien incluso en la adversidad permanece fiel, que acepta también con resignación su desgracia, sin ceder un ápice en su posición, pero sin orgullo, con sus propias virtudes y su vida como escudo y espada.

Ana Bolena tampoco es mala, además, dado que la obra termina con el bautismo de Isabel, el autor no tiene que explicar como pierde la cabeza, ni los sucesivos matrimonios del Rey; se la deja pasar como una mujer modesta y muy hermosa, que se ve seducida por el rey y por el poder real. Sin alabarla especialmente, deja que personajes simpáticos la alaben, mientras que los antipáticos católicos la vituperan.

Queda el aspecto de la religión, por el que se pasa un poco por encima. Hacia el final de la obra queda claro que el Rey toma partido por el protestantismo, pero sin mencionarlo, como coartada para el divorcio, y como herramienta contra la hegemonía de España. Se cuenta como una decisión personal, por afecto y respeto a quien ha hecho arzobispo de Canterbury, Cranmer, un archihereje, según Wolsey. Queda así insinuada la victoria final del protestantismo, sin que un personaje importante en la corte y en la religión, Tomás Moro, tenga una aparición de importancia, ni él ni su condena.

De nuevo Shakespeare contando su historia, de nuevo un poco de envidia porque el principal escritor inglés, tuviera tan prematuramente la idea de hacer unos episodios nacionales.

viernes, 14 de octubre de 2016

Enrique VI - 1983 - BBC Shakespeare Collection

Otra de las obras que Shakespeare dedica a la historia de Inglaterra mediante la biografía de uno de sus reyes. Aunque en realidad en este caso se trata de tres obras, que aparecieron en distintos momentos, que en la versión de la BBC se tiene el acierto de representarlas con los mismos actores para los mismos personales, y por supuesto de forma cronológica en relación a los hechos que se cuentan, no a su estreno, de manera que forman una sóla historia en tres actos.

Ocupan diez horas de DVD, con lo que se podría hacer una temporada de un Juego de Tronos histórico, más valioso, probablemente, que la versión imaginaria que nos vende la televisión, y no nos perdemos (yo tampoco). Cada una de las obras dura unas tres horas y media, en formato de teatro grabado, con lo cual, si se tiene algo de paciencia, los personajes se van enriqueciendo a los ojos del espectador, con el paso del tiempo y las circunstancias.

En estos tempranísimos Episodios Nacionales, el bardo inmortal nos va contando las aventuras y desventuras del país, desde un punto de vista finalmente patriota. Enrique V, el héroe-rey, acaba con las disensiones internas y extiende a Francia el poder inglés, pero durante el reinado de su hijo, el sacerdote-rey, se pierden las posesiones continentales, y la guerra civil vuelve, alcanzando mayores cotas de terror. Los distintos señores se alinean en la guerra de las rosas, pero mientras se pelean entre ellos sus dirigentes tienen puesta la vista en el trono, como premio para el vencedor.

Parece que ganan los York, se llega a un acuerdo, pero apenas se ha jurado la paz ya se está rompiendo por todas las costuras, los ejércitos forman, cabezas de familia y herederos mueren uno tras otro, a veces unos en manos de los otros, hasta que prevalece un nuevo líder, esta vez Eduardo IV, pero tampoco su victoria es definitiva, porque su coronación es vista por su hermano, que reinará como Ricardo III, como un paso más en su propio ascenso al trono.

Extraña como la Edad Media real, llena de crímenes, héroes, villanos, traiciones y lealtades ¡tan actual! se ve sustituida en nuestra ficción por imitaciones, ya sea Olvidado Rey Gudú, Juego de Tronos o El Señor de los Anillos, parece que, como a niños, ya nos nos interesa la complejidad de la historia o la política, y preferimos que nos las sirvan como una papilla semidigerida, simplificada y edulcorada con magos y dragones.

La obra es, como decía, extensa, y los personajes aparecen y mueren a lo largo de las tres obras, algunos que son principales en una de las partes, no han aparecido todavía, o ya han muerto en las demás. Esto sucede, por ejemplo, con Juana de Arco y Talbot, quienes desde bandos contrarios mantienen la guerra en Francia, en un magnífico enfrentamiento dialéctico y militar, parar morir ambos sumidos en la tristeza y la desesperación (si bien la humillación es mayor para Juana, porque Shakespeare no sabe muy bien qué hacer con ella: enemiga de Inglaterra no puede hacerla quedar como una heroína, sin embargo no tiene otro remedio que tenerla en cuenta como militar).

En esta obra es interesante el papel de las mujeres, dado que tanto Juana de Arco como la reina Margarita dirigen sus ejércitos, dejando de lado al delfín y al propio Enrique, hombres que no saben o no quieren defender sus intereses, ni los del estado.

Desde mi punto de vista siempre merecen la pena estas obras, con tiempo por delante, en ellas hay mucho del ser humano actual ¡Tan medieval! Y más aún, probablemente, del corazón inglés, en lo mejor y en lo más terrible.

martes, 4 de octubre de 2016

El PSOE y las Terceras Elecciones

Tras el cataclismo del PSOE se escuchan muchas opiniones sobre su futuro, pero casi todas coinciden en que Rajoy conseguirá ser investido presidente, y así el partido socialista tendrá más tiempo para reorganizarse.

Yo no estoy de acuerdo, porque, debido a las demasiado sutiles diferencias ideológicas, y sobre todo prácticas, entre el centro derecha y el centro izquierda, el PSOE (y otros) han convertido el rechazo al PP en el punto fundamental de su programa, y han llevado por ese camino a su electorado (sospecho que no ha sido difícil).
Por ese motivo, creo que se ha entendido mal la rebelión contra Pedro Sánchez, no se trata de ser o no responsable y querer dar gobierno a España, se trata de que Pedro Sánchez estaba demasiado acostumbrado a derrotas históricas, y era demasiado optimista como para pensar que se podrían repetir indefinidamente las derrotas; como dice un candidato a nuevo refrán que se va extendiendo por el pais, y da buena medida de la atmósfera de inteligencia en la que nos vemos sumergidos: Al final todo sale bien, y sino sale bien, no es el final. Éste parece que podría ser el lema del secretario general cesante.

En estas circunstancias, y esta es mi apuesta, lo más probable es que el PSOE nombre, con primarias o sin ellas, un nuevo candidato, confiando en que la renovación de personas se convierta en una cierta recuperación electoral, y vaya de cabeza a las terceras elecciones, dejando que sean las urnas, si acaso, las que lleven al Partido Popular al nuevo gobierno, no ellos.