viernes, 30 de noviembre de 2018

Deliciosa Martha - 2001 - Sandra Nettelbeck

En estos tiempos se confirma la cocina como el arte popular por excelencia, dejando a la moda el segundo puesto, y muy atrás a las artes tradicionales. Todos seríamos capaces, aunque muchos más gracias a la televisión que a nuestras rutas gastronómicas, de citar varios cocineros con estrellas michelín, incluso el nombre de sus restaurantes. No sé si acertaríamos tanto con el nombre de pintores o escultores contemporáneos, sin duda sí con el de músicos, porque la música parece que nunca dejará de ser popular, aunque sólo nos refiramos, precísamente, a la música popular.

Dentro de esta tendencia de prestigio de la cocina nos encontramos con esta historia. No es sólo la vida de una persona metódica y neurótica que se encuentra con otra persona, sana, pero caótica, sino la vida de una cocinera metódica y neurótica, que se encuentra con otro cocinero, sano, pero caótico, y esto tiene mucha importancia, porque las cocinas son más que el escenario donde se produce la acción, están orgánicamente unidas a lo que pasa, y lo que en otras películas serían conversaciones y bofetones (o caricias) en esta película son comidas y preparados.

Así que, lanzo al aire la idea, quizás sea un buen momento para hacer una nueva versión de la película, porque ahora, más que en el 2001, la cocina está de moda.

Por lo demás, el argumento es sencillo, yo diría ingenuo, y previsible, pero no por ello se deja de disfrutar, porque te cuentan con calma una historia que, de alguna manera, de muchas maneras, parece que uno ya ha visto muchas veces, razonablemente bien contada e interpretada.

De entrante nos ponen a Martha, alemana sencilla y clásica, que lo hace todo bien pero no destaca lo suficiente, y vacía su vida en un trabajo que se va haciendo repetitivo, de primero llega Mario (hasta el nombre se ve que no se han tomado mucho la molestia de evitar topicazos), italiano, caótico pero genial, quien sin esfuerzo brilla en todo lo que hace, porque pone pasión en ello (claro). El esquema es el habitual, que hoy se empieza a corregir: mujer que necesita ser salvada, aunque sea de sí misma, encuentra a príncipe en brillante delantal, son felices y comen perdices.

No deja de ser, como decía, un menú que nos han servido infinitas veces, pero, como también he dicho, está bien aderezado, con lo que no hay nada de lo que quejarse, es una buena película para pasar una tarde agradable debajo de una manta ¡Mejor con algo para comer!