viernes, 6 de noviembre de 2015

Nacionalismo en Cataluña: killing me softly...

Pues sí, los nacionalistas catalanes nos van matando con su simpatía y su fachada racionalista.

Casi todos los portavoces del movimiento que se pueden escuchar estos días tienen esto en común: evitan la polémica, se esfuerzan por aparentar que la verdad pasa directamente de El Pueblo (así, con mayúsculas) a sus bocas, y  fingen que es eso lo que les da fuerzas para enfrentarse, dicen, a todo.

Pero no es eso, sino más bien la fuerza del abusón, que se siente dueño de las riendas, y, como el abusón de Los Simpson, no deja de repetir, con toda calma: "¿Por qué te pegas? ¿Por qué te pegas?", aparentando preocuparse mucho de una violencia de la que él mismo es causante.

Estos abusones nos cuentan sus mentiras suavemente, porque son dueños del parlamento autonómico y eso les da mucha fuerza, y porque en realidad no les importa mucho lo que piensen los demás; sólo tienen la amabilidad del mafioso, hasta que deja de cobrar.

Una de las principales pruebas de que no hay opresión hacia Cataluña (por si hicieran falta pruebas) es lo lejos que pueden llegar los políticos autonómicos en el fraude de palabra, en el fraude de ley, y, sobre todo, en el abuso.