domingo, 10 de enero de 2016

Enrique V - 1979 - BBC Shakespeare Collection

Tercera obra de Shakespeare dedicada a este rey de Inglaterra, dado que las dos partes de Enrique IV, como se dijo en su momento, están dedicadas a contar las hazañas de juventud del V, y su transformación de vividor en solemne gobernante y guerrero.

Tras acabar con las revueltas internas y ser coronado, Henry pone los ojos en Francia. Como todos los imperios que en el mundo han sido, la culpa de sus invasiones es, por supuesto, de los invadidos, en este caso de los franceses. El buen rey inglés lo único que hace es reivindicar sus derechos, mientras que por su parte el rey francés se obstina en no querer regalar su reino al adversario, sin contar que los ingleses, además, tienen a Dios de su lado (esto sólo se demuestra con la victoria, claro).

En la colección de la BBC las dos partes de Enrique IV y ésta son tratadas como la misma, utilizando los mismos actores para los papeles principales, etc. En 1989 Kenneth Branagh realizó una versión para el cine, más dinámica que esta de la BBC, pero en la que se pierden los repetidos intercambios de heraldos y comunicaciones, tan profusas, que pueden hacerse largas, pero nos dan idea de cómo se tramaban las guerras y batallas en la Edad Media inglesa, o cómo creían que se hacía los modernos.

Dentro del esfuerzo Shakesperiano por hacer nación en la Gran Bretaña, Enrique V es mostrado como un gran unificador, santo y sabio por encima de los pensamientos y preocupaciones de quienes le rodean, dueño de sí mismo siempre, pero en manos de Dios. Cercano a nobles y plebeyos si lo merecen, porque les mira desde tan alto que le deben de parecer igualmente pequeños.

En definitiva, Enrique se casa con Catalina de Valois y fuerza al rey de Francia a nombrarle heredero, situación que en la obra se plantea desde el buen rollo total, dado que todo el mundo asume que un hombre así merece ser el rey de todo.

Las últimas escenas de la obra son una introducción introductoria a Enrique VI, que será rey de Inglaterra y Francia.

viernes, 8 de enero de 2016

Enrique IV - 1979 - BBC Shakespeare Collection

Parece que a Shakespeare no le gusta mucho el rey Henry IV de Inglaterra.

Pese a que su vida fue muy emocionante, llegando a conquistar Inglaterra para derrocar a su predecesor, el último Plantagenet, iniciando así el reinado de los Lannister, digo, Lancaster.

Pese a la vida de altibajos y aventuras de Enrique IV, quien realmente interesa al autor es su hijo, que será Enrique V, protagonista de su propia obra, pero también de estas dos dedicadas a su padre. El supuesto protagonista, el padre, ya está mayor, y lo que se nos cuenta son las fiestas y batallas del hijo, que lleva una vida más o menos disoluta, aunque se nos explica con mucho pudor, pero en cuanto su padre le llama la atención toma las armas y demuestra su prudencia y capacidad.

También aprovecha el autor para sacar partido a Falstaff, caballero y capitán, pero borrachuzo y cobarde, quien intenta aprovecharse de la amistad del joven príncipe, y de todos aquellos que le rodean, sin por ello estar carente de cierta sabiduría popular, como tanto le gusta a Shakespeare en los personajes cómicos que introduce en los dramas y tragédias.

Falstaff urde todo tipo de planes, pero finalmente le saldrán mal, porque ya no tiene cabida en la nueva vida del príncipe, finalmente Rey.

Como suele pasar en estos casos, es también el personaje más agradecido de cara a los actores que lo interpretan, en este caso Bruce Purchase, el personaje de Enrique V es David Gwillim, como lo hará también en la obra de su nombre dentro de esta misma colección (en la película de Kenneth Brannag sobre Enrique V lo fundamental de Enrique IV aparece como diversos Flash Backs, como recuerdos del Rey).

Es, tanto como la vida de los reyes, una recreación histórica, en la que se nos cuenta la construcción de Inglaterra y Gran Bretaña en el siglo XIV, cuando en toda Europa los reyes eran los señores más poderosos, pero siempre con el riesgo de una revuelta de sus nobles, o un ataque de los vecinos. Porque en realidad la monarquía absoluta no es medieval, sino moderna.

La obra, sumando las dos partes, dura 5 horas, el único sentido plausible de que sean dos partes es hacerla más ligera para el espectador, porque en la narración no hay cortes que lo expliquen (salvo que se quiera usar como tal el interludio entre dos rebeliones).

Shakespeare hizo un esfuerzo por contar la historia de su país a sus contemporáneos, desde Cimbelino a la vida de Enrique VIII, o de estos de los que hablamos hoy. Pero no es una narración científica, historiográfica, sino ideológica y enfocada a la construcción nacional y al ensalzamiento de los Tudor. Sin embargo, curiosamente, no hizo ninguna obra dedicada a Ricardo Corazón de León, que tanto peso tiene en el imaginario nacional de la pérfida Albión.

Hamlet - 1980 - BBC Shakespeare Collection

El vengativo príncipe danés es probablemente el personaje más conocido de Shakespeare, en parte se puede deber a que son muchos los actores ansiosos de lucirse interpretando un clásico popular: Bart Simpson, Kenneth Branagh, Mel Gibson, etc., el bombardeo de Hamlets es continuo.

En este caso el protagonista es Darek Jacobi, Él Claudio, que me ha resultado especialmente antipático (tampoco la simpatía es su fuerte como actor, probablemente) y en su contra, como tío-padrastro-fatricida tiene nada menos que a Patrick Stewart ¡Capitán Picart de Star Treck! ¡Profesor Xavier! Que le da tanta dignidad y, esta vez sí, simpatía a su personaje que resulta mucho más atractivo que el hijastro llorica, que es o no es.

Parecería especialmente fácil escribir una versión de Hamlet en la cual el príncipe, enloquecido por el arrepentimiento de un complejo de Edipo mal resuelto y la muerte repentina de su padre, se dedique a acosar al primero que se pone a tiro, el nuevo marido de su madre, hacia quien se puede culpar a la vez por celos y sospechas infundadas, para conseguir de una tirada la tranquilidad, el poder y el amor. Creo que en este caso la posibilidad está más abierta que nunca, el pobre Hamlet tiene un ataque de nervios, cree ver un fantasma, y acaba con su pobre tío, que es todo un señor.

La actuación de Jacobi es lo que se pide habitualmente para el personaje, además demuestra un gran control de la voz y la expresión corporal, pero parece un poco esos cantantes de blues que desnaturalizan las canciones añadiendo gorgoritos en cada frase para lucirse.
Por su parte, Stewart no hace ni un gesto de más, ni un intento de parecer duro o malvado, deja que el personaje hable por sus actos.

En fin, nada huele a podrido en esta Dinamarca, porque estas versiones de la BBC son siempre respetuosas y cuidadas.

El niño caprichoso acaba destruyendo la familia de su amada Ofelia, sin más, mientras que no se atreve con su supuesto enemigo hasta que los hechos se consuman por sí mismos. ¡Pero qué mal me cae Hamlet!