viernes, 8 de enero de 2016

Hamlet - 1980 - BBC Shakespeare Collection

El vengativo príncipe danés es probablemente el personaje más conocido de Shakespeare, en parte se puede deber a que son muchos los actores ansiosos de lucirse interpretando un clásico popular: Bart Simpson, Kenneth Branagh, Mel Gibson, etc., el bombardeo de Hamlets es continuo.

En este caso el protagonista es Darek Jacobi, Él Claudio, que me ha resultado especialmente antipático (tampoco la simpatía es su fuerte como actor, probablemente) y en su contra, como tío-padrastro-fatricida tiene nada menos que a Patrick Stewart ¡Capitán Picart de Star Treck! ¡Profesor Xavier! Que le da tanta dignidad y, esta vez sí, simpatía a su personaje que resulta mucho más atractivo que el hijastro llorica, que es o no es.

Parecería especialmente fácil escribir una versión de Hamlet en la cual el príncipe, enloquecido por el arrepentimiento de un complejo de Edipo mal resuelto y la muerte repentina de su padre, se dedique a acosar al primero que se pone a tiro, el nuevo marido de su madre, hacia quien se puede culpar a la vez por celos y sospechas infundadas, para conseguir de una tirada la tranquilidad, el poder y el amor. Creo que en este caso la posibilidad está más abierta que nunca, el pobre Hamlet tiene un ataque de nervios, cree ver un fantasma, y acaba con su pobre tío, que es todo un señor.

La actuación de Jacobi es lo que se pide habitualmente para el personaje, además demuestra un gran control de la voz y la expresión corporal, pero parece un poco esos cantantes de blues que desnaturalizan las canciones añadiendo gorgoritos en cada frase para lucirse.
Por su parte, Stewart no hace ni un gesto de más, ni un intento de parecer duro o malvado, deja que el personaje hable por sus actos.

En fin, nada huele a podrido en esta Dinamarca, porque estas versiones de la BBC son siempre respetuosas y cuidadas.

El niño caprichoso acaba destruyendo la familia de su amada Ofelia, sin más, mientras que no se atreve con su supuesto enemigo hasta que los hechos se consuman por sí mismos. ¡Pero qué mal me cae Hamlet!


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