domingo, 16 de noviembre de 2014

El Gran Hotel Budapest - 2014 - Wes Anderson


Es una comedia divertida, cuidadosamente realizada, y con un guión que parece recorrer la historia del cine, tocando todos los géneros y situaciones dramáticas. Durante toda la película tiene uno la sensación de que le están contando un chiste al espectador, que todo el ambiente hace pensar que hay una gran ironía escondida, que no acaba de surgir. Creo que la clave está en darle enorme importancia las trivialidades, y frivolizar sobre lo importante, como sistema y también en la nostalgia de un tiempo que nunca existió en un país inventado.

El personaje principal, que lleva toda la ironía en sí mismo, es el de Ralph Fiennes, conserje del hotel, un hombre refinado de modales y sentimientos, que al tiempo podría considerarse un depravado, y que sale por los pelos de las situaciones más difíciles sin tener que adaptarse a ellas, haciendo de alguna manera que ellas se adapten a él.

Transcurre en una Europa del Este inventada, durante los años de entreguerras, pero un tanto avejentados, de manera que parece situado en los años treinta con ambiente de los veinte, la transición nostálgica entre un mundo considerado antiguo y mejor, de modales corteses y tiempo para decir las cosas y fijarse en los detalles, y el mundo de prisas que se nos viene encima.

Todo ello está contado desde la perspectiva de unos igualmente falsos años 80, falsos porque se sitúan en una isla, el hotel Budapest, que por voluntad de su dueño se ha mantenido "igual" a como estaba en sus año de explendor. "Igual" significa que no se ha modernizado, y que ha permanecido abierto, no que no haya envejecido. En estos años el dueño del hotel, ya anciano, le cuenta como llego a ser su propietario, cuando era más joven, a un escritor, que es quien nos cuenta la historia a nosotros.

Todavía tenemos otras dos épocas, el autor, años más tarde, escribe esta historia, en un despacho también fuera del tiempo, a su manera, con un nieto que le acompaña y le toca un poco las narices. Por último, una chica lee el libro frente al busto del autor, que suponemos ya fallecido.

Las imágenes y la manera de tratar las escenas lo mismo nos recuerdan a la película de Tintín que a las españolas de Mortadelo y Filemón. Se mezclan composiciones "preciosistas" con otras "feístas", sin dejar mucho espacio intermedio. Los efectos especiales tienen un aspecto artificial que parece hecho a propósito, como parte del ambiente general de fábula, como corresponde a una historia fuera del tiempo en un país inventado.

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