martes, 22 de febrero de 2022

Quiero la cabeza de Alfredo García - 1974 - Sam Peckinpah

Director y actores realizan un auténtico trabajo de orfebrería en esta película, que es una tragedia amorosa disfrazada de ultraviolencia. Sería Romeo y Julieta, si Romeo fuera un poco tonto, pero fuerte, y Julieta sabia, pero débil; y si esta tontería de él y debilidad de ella fueran los capuletos y los montescos.

Tiene claras coincidencias con un trabajo anterior del director: "Grupo Salvaje", algunos actores repiten, y está ambientada en Méjico, donde volverá también más tarde para "Billy el niño". Otro aspecto común es la violencia y la desesperación, o quizás la esperanza; en todo caso una fuerza que empuja a los protagonistas a hacer lo que tienen que hacer sin pensar en las consecuencias, o sabiendo las consecuencias. En definitiva, quizás he sido demasiado rápido al escribir "desesperación" y "esperanza"; quizás se trate sólo de ser un iluso y tener una pistola cargada.

Dejando de lado el resto de obras del director, la película de la que hablamos hoy es sobre todo un relato íntimo. La relación entre los amantes oscurece todo lo demás y a la vez le da sentido a lo que uno está viendo, y si se pierde esta parte, o la considera la parte aburrida entre dos tiroteos, lo mismo podría ver cualquier película de acción de hora y media y quedarse igual de satisfecho o más. Esta historia es lenta, porque necesita que ciertos aspectos de la misma calen en nosotros mientras la vemos. Hay relaciones que se pueden contar con una mirada, pero otras necesitan una hora de picnic, alguna imagen de cuerpos bonitos y bastantes tiros.

La sinopsis, intentando no desvelar claves de la película, es la siguiente: un rico mejicano ofrece una generosa recompensa para quien le lleve la cabeza de Alfredo García, y el poder del dinero es como una descarga eléctrica que energiza lo peor de la sociedad y victimiza lo mejor y lo neutro. Es en todo caso una sociedad de por si dura la que se nos muestra: pobreza, armas, una violencia que lo impregna todo, y parece que siempre ha sido así, porque no sorprende a nadie.

En medio de todo ello surge un héroe muy tonto, pero también muy obstinado, que es llevado por la corriente de sus sentimientos a los sitios más inverosímiles, y a las situaciones más terribles.

Véanla. No es que el cine actual sea un páramo, pero creo que una película así sería muy difícil de hacer en este momento, y mucho más difícil que llegara al cine.

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