sábado, 30 de mayo de 2020

King Lear - 1971 - Peter Brook

La historia, ya hemos hablado de ella otras veces, es la de un legendario rey bretón, anterior al imperio romano, que decide repartir el reino entre sus tres hijas, para ello les pide que le expliquen cuanto le quieren, y según su respuesta será más o menos generoso. Las dos hijas mayores le adulan y exageran, mientras que la sincera hija menor le viene a decir que le quiere "como a un padre", lo cual enfada mucho al rey, quien la deshereda.

A partir de ahí los personajes se dividen en traidores y leales al rey, y se van juntando y separando en distintas aventuras, hasta el trágico final.

Esta versión me recuerda mucho al Macbeth de Orson Welles, está rodada en blanco y negro, con muchos primeros planos y cierta estética de terror. El protagonista es un hombre duro, con lo cual la supuesta locura de Lear se atenúa, es más un hombre centrado en sí mismo, fuerza concentrada, que parece mandar incluso cuando es un mendigo, pero carente de fragilidad, lo mismo le ocurre al Rey Lear que interpreta Anthony Hopkins, pero en este caso es más acusado, el rey parece un león incluso en su peor momento.

A la estética en general dura, se une la ambientación: un paisaje árido, animales muertos tras la tormenta, y en general pobreza. Incluso las camas de los nobles son montones de paja. En este sentido es una película más realista que otras, porque uno se puede imaginar que el ambiente de Inglaterra del siglo VIII antes de Cristo podría ser así: cuero y piel por todas partes, castillos que son caserones de madera y adobe, y carruajes que son enormes cajas de madera, con ruedas sólidas, sin radios. Todos estos factores y la oscuridad omnipresente crean un ambiente opresivo muy adecuado para la obra, y que, de alguna manera, ofrecen el contrapunto a la fuerza del protagonista: Lear no se hunde, pero el mundo sí.

No es mi versión favorita de la obra, quizás la que más se disfruta es la última, la de 2018 que mencionaba antes, con Anthony Hopkins como Lear, quizás por ser la más impura, la menos clásica, un poco más corta, un poco más alegre (o menos triste), más actual.

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