lunes, 11 de enero de 2021

Infierno de Cobardes (High Plains Drifter) - 1973 - Clint Eastwood

Es un western dirigido y protagonizado por Clint Eastwood, no tan conocido como El Jinete Pálido o Sin Perdón, pero que a mí me gusta tanto como éstos. La impresionista construcción, o tallado, de los personajes, por una parte parece casi una caricatura, por otra, un trabajo de orfebrería.

Es difícil para mí hablar de esta película sin mencionar El Jinete Pálido, porque son prácticamente anverso y reverso de la misma historia. Los paralelismos son continuos: pueblo minero, misterioso extraño, mujer joven y mujer madura, corderos frente a lobos, incluso al final el protagonista salva la vida gracias a un amigo. Como decía Aristóteles, nos diferenciamos en lo que tenemos en común, así que estos paralelismos que he citado son a la inversa, como en un espejo: un pueblo decadente frente a un pueblo en construcción, un extranjero abusón y violento frente a un predicador, corderos a quien les llega un lobo frente a corderos a quienes les llega un mastín, una mujer joven petulante y traidora a quien el protagonista viola frente a una adolescente inocente, respetada y cuidada sobre todo lo demás... Sólo la mujer madura tiene un carácter parecido en ambas películas, en ambas sabia, que ve más claro que los demás personajes.

Ambas películas se mueven en una ambigüedad moral que abarca toda la historia. En Lago hay algo que lo hace parecer despreciable desde el principio: las caras, las miradas, no se sabe muy bien... el extranjero nos parece que puede ser el héroe, pero aplasta a casi todos a su paso, sin motivo aparente humilla al sheriff, al alcalde, hotelero, predicador, a todos. Un recuerdo les hace culpables: han presenciado el asesinato de su sheriff y no han hecho nada para ayudarle. Muriendo, el sheriff les maldice: iréis todos al infierno.

Finalmente, con esta frase y otra de la mujer madura, que es la única que entrevé la verdad, se dan las claves, en la última escena de la película, decirnos, o sugerirnos lo que en realidad ha pasado, lo que hemos visto sin saber que lo estábamos viendo. Guardando una perfecta simetría, el jinete vuelve a cruzar el pueblo, como en la escena inicial, pero ahora es un montón de restos quemados, no queda nada del pueblo con numerosas casas en construcción, sólo ruinas materiales y humanas.

El extranjero se despide de su amigo, que está tallando una tumba para el sheriff asesinado, y desparece como un espejismo en las ondas de calor del desierto.

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