viernes, 16 de enero de 2015

Éramos pocos y parió el Papa Francisco

Veo publicado que ahora va el Papa y dice que la libertad de expresión tiene sus límites, y que no se pueden ofender las creencias. Desde mi punto de vista dos simplezas, al menos si las ha dicho así como se cuenta.

La primera simpleza está clara: la libertad de expresión ya tiene límites en los países occidentales, no sólo en temas de terrorismo (en Alemania tengo entendido que hace tiempo está prohibido exhibir símbolos nazis, y en España no hace tanto se convirtió en delito la apología), también existe la inducción al delito y más claramente, en temas, digamos, más privados, si uno se mete con la madre del Papa, como él mismo dice, no sólo recibirá su senil puñetazo, sino que se arriesga a enfrentarse a una acusación por injurias, que es un delito de opinión de arraigada tradición.
Por lo tanto, respecto a este primer asunto, dado que la libertad de expresión YA tiene límites, el Papa no quiere decir: "debe de haber límites a la libertad de expresión", sino que deben ser los límites que él y otros líderes político-religiosos (dado el contexto, supongo que los del Estado Islámico) decidan.

La segunda parte es aún más chocante, dice que "no se puede provocar, no se puede insultar la fe de los demás", ¿Acaso se puede insultar la fe? ¿Se puede insultar el hambre? ¿Se puede insultar la tristeza? De ninguna manera, se insultan las personas, y si acaso las instituciones, como la Iglesia Católica o el Estado Islámico, pero la fe no se insulta.
Además, ¿Qué opina el Papa de la fe musulmana? Entiendo que el Papa piensa que el cristianismo es la fe verdadera ¿No sería entonces, para él, la fe musulmana falsa? ¿Puede el Papa respetar la fe musulmana? ¿En qué consistiría ese respeto si piensa, como cristiano, que Alá es un falso Dios? ¿Debería respetar Sancho la idea de que los molinos son gigantes o respetar a su señor y decirle que son molinos?

Creo que harta un poco tanto debate sobre la libertad de expresión, debemos vencer a los integristas en todos los campos y desde el principio, y a eso contribuyen mucho más unas viñetas blasfemas que cierta repugnante equidistancia.

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