martes, 8 de diciembre de 2015

El Debate a 4 según Petronio

Las campañas electorales van derivando, en gran medida gracias a los partidos emergentes, hacia la televisión e internet, en lugar de tanta cartelería y mitin (que supongo que por ahí seguirán, pero menos). Se ha hecho obligatorio para partidos y candidatos la presencia continuada en los medios, bien sea en programas especializados y debates, o bien en otros de entretenimiento, donde nos muestran su lado humano (el otro lado no sabemos si es mecánico o divino, bueno, quizá sí lo sepamos).

En fin, en estas circunstancias se ha dado un debate a cuatro, que desde mi punto de vista es difícil que no resulte aburrido, porque los participantes lógicamente se dispersan y se ven hasta cierto punto obligados a elegir entre soltar su rollo, disparar a discreción, o fijarse un objetivo y olvidarse de los demás.

Sin embargo sí se pueden sacar cosas en claro (¡claro!) y aunque no soy lo que se dice un tío elegante, creo que la ropa elegida por cada participante nos puede valer como hilo conductor.


Pedro Sánchez se vistió de equidistante, a él no le gustaría esta calificación, supongo, pero describe eso tan raro que llevaba, aparentemente el fruto de haber mezclado varios trajes en uno, coincide con la postura desubicada del PSOE en estos momentos, en los que no entienden muy bien porque pierde el PP y ellos no acaban de surgir como alternativa.
Un buen motivo para que no se le vea como alternativa es que su primer dardo fue contra Ciudadanos, sin ninguna necesidad, ya que fue él quién empezó el debate y al elegir rival eligió la batalla por el segundo puesto.
Lo mismo para todo, equidistancia. No tiene mucho que decir de Cataluña, salvo un estado federal que prácticamente nadie quiere y que resultaría inútil para el momento de insurgencia actual; no tiene ideas económicas, salvo que no es Podemos ni PP y respecto a la corrupción no es capaz de salirse del y tú más, por razones obvias: tanto el PP como el PSOE tienen razón cuando se acusan.

Pablo Iglesias parece que llevaba eso que se va poniendo de moda, un look, que es como hacer de todos los días carnaval, lo que pasa es que en lugar de decir que vas disfrazado dices que llevas look motero, rural, profesional, etc.
En su favor diré que llevaba un look Pablo Iglesias bastante correcto. Y es que se ha convertido en una versión atenuada de sí mismo: ahora las camisas son de su talla y también sus ideas van tomando una dimensión más ajustada. Ha dejado atrás buena parte de la rabia y de las ideas, o las expresiones, más absurdas (como su manía de querer dar lecciones de negocios a los banqueros, de gobierno a los gobernantes, de economía a los economistas, etc), y se ha centrado un poco.
Tanto en su lenguaje como en su expresión corporal se ha hecho un buen imitador de Zapatero, y probablemente no le iría mal así, si tuviera más tiempo (el debate ha llegado en un punto de inflexión, creo yo, de las expectativas tanto de Ciudadanos como de Podemos, así que algo de tiempo le queda). Cuando habla de Derecho a Decidir se hace especialmente angelical y llega a decir (creo que escuché bien): "Somos los únicos que podemos garantizar que los catalanes decidan quedarse", estando sobrio.

Albert Rivera iba vestido de experto en Kant, que es un traje del que le costará librarse. Más en serio, parece que quiso aparentar que era el presidente, aunque quizás más de presidente del Santander (en paz descanse), que de presidente del gobierno. De los que estuvieron en el debate es el que más claras cree tener sus opciones a la presidencia, o, al menos, el que más quiere que lo parezca. Pero, aunque Sánchez se esfuerce por darle la razón, de momento parece complicado verle en el papel, aunque estas elecciones abran nuevos caminos.
Creo que a Rivera le favorecen más las entrevistas que los debates. Menos aún puede triunfar en un debate en el que pretende ocupar una posición institucional, como si fueran elecciones a Rey, el hombre de Estado por antonomasia, que personalmente no creo que sea, pero que en todo caso es algo que tendrá que demostrar con los años, no empezar como Papa y luego ya veremos si le hacen obispo.

Soraya Sáenz iba rara, si me permiten el tecnicismo, no se sabe muy bien si iba a salir luego a tomar algo a un sitio bien, o por qué no eligió algo más profesional o más de calle. Aparte de eso, no sé, ni es lo importante, si es muy bajita (alta está claro que no es), pero la verdad es que cuando entraba la cámara desde el ángulo de Pedro Sánchez los cuatro parecían los Dalton y ella diminuta (no sé si eso la benefició o la perjudicó).
Respecto a sus ideas, pues las del PP, nadie espera sorpresas por este lado. Clara respecto al independentismo, lo cual siempre es de agradecer, y oscura respecto a la economía, que parece que no es tan defendible; las cosas no van tan mal como iban, pero tampoco hemos remontado tanto como quiere dejar ver el gobierno, y vender que las cosas "van algo mejor" o "ha cambiado la tendencia" no es tan fácil como parece.
Respecto a la corrupción, es el punto débil del PP y el PSOE, y desde mi punto de vista es suficientemente importante como para que ambos merezcan estar fuera del gobierno muchos años, o incluso desparecer. En el debate algo de "y tú más" y perfil bajo, claro.

Maríano Rajoy usó, probablemente, bata y pantuflas de caña alta, y disfrutaría mucho del debate, y de la buena idea que tuvo al quedarse en casa (o en Doñana).

Ahora viene la pregunta clave ¿Quién ha ganado el debate?
Pues A3 media, claro.




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