miércoles, 7 de octubre de 2015

Irrational Man - 2015 - Woody Allen

Escribía Nietzche que nada hay más vulgar que la muerte, y que lo segundo más común es el nacimiento (porque se puede morir sin haber nacido), si estos hechos nos siguen importando es porque cambian los protagonistas.

Más o menos esto es lo que sucede con muchas películas de Woody Allen, que es la misma historia que nos ha contado otras veces, pero nos sigue interesando porque construye buenos protagonistas. Irrational Man tiene mucho que ver sobre todo con Match Point y Delitos y Faltas, pero en esta ocasión llevado a un ambiente universitario, lo cual le permite al autor sacar a colación sus ideas sobre la filosofía, que van y vienen a lo largo de toda su carrera tanto en el cine como en sus relatos.

En este sentido se pretende que "la clave" de la película sea la moral kantiana, el imperativo categórico ¿Se puede cometer un mal por pequeño que sea? Empieza siendo una "moral de las letras" frente a una "moral de la vida", pero la conclusión parece ser que la vida sin la letra es bastante inmoral.

Hay una frase muy bonita atribuida a Pascal sobre esta dicotomía: "Si no actúas como piensas acabarás pensando como actúas".

Se puede hacer al menos  otra lectura fundamental de la película, la diferencia entre la apariencia y la realidad, que nos lleva directamente a Match Point. En este caso el protagonista ya no es tan joven, y el personaje que ha creado de cara al mundo no forma parte de un plan, quizás simplemente se ha ido haciendo malvado y no se ha dado cuenta, porque siente la necesidad de sentirse el bueno de la historia.

Al hacer la digestión de sus desgracias se ha convertido en un desgraciado ¡Eres lo que comes!

Le ha quedado una película menos redonda que Match Point o Blue Jasmine, pero que no desmerece de su obra en general. Los actores están muy bien, especialmente Joaquin Phoenix, porque Emma Stone, está más bien correcta, pero no consigue encontrar su hueco como hizo en Birdman, o quizás Woody Allen no ha sabido sacarle todo el partido, porque el texto seguramente es mejor este: con más matices, más sutil.

En general merece la pena ver la película, desde luego si uno es seguidor del director, como es mi caso, pero también si no lo es, para ver una historia contada con tiempo y esmero, sin prisas, sin ruido, real y al mismo tiempo completamente mentirosa, arte.

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