martes, 15 de febrero de 2022

La Tragedia de Macbeth - 2021 - Joel Coen

Un nuevo Macbeth que nos trae en este caso Joel Coen.

Tiene muchas cosas buenas, y desde mi punto de vista también algunas regulares. En las buenas está el propio Denzel Washington, que se adapta muy bien al personaje, y lo que quizás pudiera parecer más difícil, también adapta muy bien el personaje a su modo de hablar y actuar, sin tener  miedo al clásico, pero con respeto. Quizás sea la propia adaptación la que no sea muy generosa con él, porque recorta escenas como la de la cena, y además las simplifica, lo cual es una apuesta arriesgada, porque es clave en la historia, y en el desenvolvimiento del personaje. En general es un Macbeth bastante físico, y eso me gusta. De hecho, quizás esto sea pecado, me ha gustado mucho algo que tiene poco que ver con Shakespeare y bastante, supongo, con el director, la anteúltima pelea del protagonista; si se hubiera atrevido a construir un Macbeth así hubiera resultado una versión memorable.

Lo contrario digo de Lady Macbeth, a priori la elección de la protagonista no tiene un "pero": Frances McDormand, musa de los Coen y excelente actriz que no es necesario que yo alabe aquí. Sin embargo hace una Lady Macbeth, un tanto blanda. Tampoco en esto ayuda la adaptación, que en general dificulta las transformaciones de los personajes a base de recortar el texto. Me queda la sensación de que ella es creíble y transmite lo que tiene que transmitir en cada momento, sin embargo el conjunto es una obra en la que Lady Macbeth prácticamente podría desaparecer y se notaría poco, bueno, menos de lo que debiera.


Querría hablar también de lo que hay de más novedoso en esta versión que son las brujas y Ross. La primer aparición de las brujas en esta versión no me gustó nada, me pareció un exceso de creatividad vacía, que sólo se medio sostiene en pie gracias a la actriz que les da vida (Kathryn Hunter). Sin embargo, según avanza la historia, el resto de apariciones de la bruja le da un sentido absolutamente contrario a la historia; ya no son simples narradoras, que dibujan el destino de Macbeth con una profecía autocumplida, sino que son también importantes agentes ocultos en los sucesos que van acaeciendo.

En el mismo sentido puede hablarse de Ross, curiosamente el mismo personaje que utiliza Polansky para darle una vuelta a su versión. El juego de Polansky consistió en convertir a Ross en el malo de la película, en este caso es casi al contrario: es uno de los instrumentos de las brujas para llevar a cabo sus designios, convirtiéndoles al final, a ellas y a él, en un personaje casi bondadoso. Sinceramente son estos juegos los que a mí me gusta buscar ante una nueva versión de Shakespeare, y para mí acierta al plantearlos, aunque se resuelvan unos mejor que otros.

La ambientación no me encanta, una situación intermedia entre el cine y el teatro que he leído que gusta a los críticos, yo hubiera preferido algo más cinematográfico, pero entiendo que es algo personal. No entiendo tampoco muy bien el blanco y negro, estéticamente, resumiría, me ha parecido una especie de mezcla entre la versión de Wells, que ha pasado a ser un clásico, y la mucho más moderna, y mi menos favorita, la de Kurzel, uniendo la sobriedad y el blanco y negro del primero con el preciosismo del segundo.

En conclusión, no creo que sea una versión que pase a la historia, ni falta que le hace, pero sí que es una versión que merece la pena, y que, como tantas otras, y como repito siempre: da mucha envidia, comparando el cariño que los anglosajones tienen a sus clásicos, y el olvido al que aquí parecen condenados los nuestros.




No hay comentarios: