Versión cinematográfica de la obra de William Shakespeare. Bastante bien adaptada, sin muchas concesiones al formato, excepto unos textos explicativos de lo que está pasando, uno al principio de la película y otra en la transición entre la muerte de César y la guerra contra los libertadores-conspiradores.
Ofrece la envidia de siempre respecto al valor con que los anglosajones tratan a su principal escritor (en general a su literatura), continuamente sometido a revisión y reinterpretación, entendiendo que el cine y la televisión son, al menos socialmente, el teatro de la actualidad, y que para mantener los clásicos vivos, no sólo en un museo, es necesario verter esos vinos viejos en odres nuevos.
Se trata de una superproducción de Hollywood, y tiene como protagonista principal nada menos que a Marlon Brando, como Marco Antonio, a quien da el mesurado contrapunto James Mason como Bruto.
La obra de Chéspir no trata de buenos y malos, sino, en todo caso, de grandeza contra bondad, pero a todo sobrevuela la presencia de César, un poco señor mayor, pero todavía el gran héroe de la antigüedad. Por una parte Bruto encarna lo bueno de Roma y de la ética, aunque lidere un grupo de rebeldes de honradez dudosa y finalmente asesinos; por otra, Marlon Brando interpreta su personaje considerándole malvado, sólo se salva en un par de escenas, por amor a su amigo, y reconociendo el valor de su enemigo. Esta dialéctica choca con el muro de no poder convertirse en una apología del magnicidio de César, este hecho impide que la historia sea la del martirio de unos libertadores frente a la tiranía.
La Roma que nos presenta no sé si es real, pero sí es bonita y hasta cierto punto natural. Se aleja de versiones más teatrales de la obra y de la ciudad, huyendo de trajes y ambientes más planos, dando color y variedad (aun siendo la película en blanco y negro).
Merece la pena en todos los sentidos: como cine, como Chéspir, como entretenimiento... no sé si es una obra maestra, pero sí una autentica guía, una señal de como el cine comercial puede ser también valiente y ambicioso.
sábado, 19 de noviembre de 2016
La Novia - 2015 - Paula Ortiz
Es una película basada en la obra "Bodas de Sangre" de Lorca, lo cual quizás sirva de excusa para sus errores y explique algún acierto, aunque el único que me viene a la cabeza es la música, y alguna escena concreta, porque hasta el texto lo pueden estropear.
Aparentemente transcurre tras un banquete de setas, en el que nadie se ha dado cuenta de como se han colado unas cuantas especies alucinógenas.
A partir de dicha ingesta, el pueblo entero entra en el País de las Maravillas, donde el paisaje se convierte en acuarela y los personajes en caricaturas y marionetas. El tiempo se ralentiza y los
detalles se aclaran hasta límites para los que el ser humano no está preparado, con lo que su mente, y sobre todo su paciencia, se resiente. El efecto de como el tiempo transcurre más despacio es el que mejor me ha transmitido, porque al acabarse me parece imposible que sólo haya pasado una hora y media.
Como suele pasar cuando uno se toma algo de más, cada frase es significativa para quien la dice y sentenciosa para quien escucha, como si fuera un grieta en el tiempo que durase un segundo, cada mirada es un presagio y la nitidez ciega.
A nadie puede extrañar que todo esto acabe mal, cuando los hongos son chungos las imágenes confunden y los afectados parecen marionetas que pueden acabar peleando medio en pelotas en el bosque con dagas del atrezo de juego de tronos. Lo mismo podía haber acabado en orgía, o en llorera general, pero lo importante es que por fin acaba.
Aparentemente transcurre tras un banquete de setas, en el que nadie se ha dado cuenta de como se han colado unas cuantas especies alucinógenas.
A partir de dicha ingesta, el pueblo entero entra en el País de las Maravillas, donde el paisaje se convierte en acuarela y los personajes en caricaturas y marionetas. El tiempo se ralentiza y los
detalles se aclaran hasta límites para los que el ser humano no está preparado, con lo que su mente, y sobre todo su paciencia, se resiente. El efecto de como el tiempo transcurre más despacio es el que mejor me ha transmitido, porque al acabarse me parece imposible que sólo haya pasado una hora y media.
Como suele pasar cuando uno se toma algo de más, cada frase es significativa para quien la dice y sentenciosa para quien escucha, como si fuera un grieta en el tiempo que durase un segundo, cada mirada es un presagio y la nitidez ciega.
A nadie puede extrañar que todo esto acabe mal, cuando los hongos son chungos las imágenes confunden y los afectados parecen marionetas que pueden acabar peleando medio en pelotas en el bosque con dagas del atrezo de juego de tronos. Lo mismo podía haber acabado en orgía, o en llorera general, pero lo importante es que por fin acaba.
lunes, 31 de octubre de 2016
Los 7 Magníficos - 2016 - Antoine Fuqua
Nueva versión del clásico del oeste, que a su vez versiona el clásico de Kurosawa. Curiosamente en este caso los malvados que amenazan al pueblucho no son forajidos, sino un poderoso industrial que desea hacerse con la propiedad de un enclave minero, es lo que piden los tiempos.
En todo caso, los también poderosos industriales de Holliwood han hecho una película libre de toda
pretensión que no sea comercial. Se ha dibujado un papel protagonista a mayor honra de Denzel Washington, alrededor del cual se ha construido una historia inverosímil, que pretende rodearse de leyenda por haber escogido un título vintage.
Para evitar que se convirtiera en una peli para maduros nostálgicos, han incluido otra pareja protagonista más joven y atractiva, Chris Pratt y Haley Bennett, que llevan buena parte del peso de la película, sin mucho lucimiento, y que, sobre todo el personaje femenino, parece estar en una continua sesión fotográfica, en una especie de pase de modelos country.
La caracterización en general me recordaba la de viejas series de televisión, quizás de los 80 ó 90, como La Cámara de Comercio de Wildside, o la más larga y exitosa de los Jinetes del Pony Express (no recuerdo exactamente el título). No hay nada de auténtico en esta película, excepto la voluntad de hacer caja, pero tampoco es que uno se pueda quejar si va a un burguer y le ponen una hamburguesa, claro. No se promete más de lo que se da: un rato de entretenimiento estilo western, con algunos actores famosos y poco contenido.
Le ocurre un poco como a otras películas comerciales: parece un refrito de situaciones y personajes sacados de otras historias, que funcionan como ingredientes en la receta del éxito de taquilla: se ponen unas caras conocidas, con unos gramos de chistes no muy graciosos, una pizca de crisis existencial, un ramillete de corrección política, se riegan con bastantes tiros y se sirve a la hora de la siesta (o un poco más tarde, después de unas cervezas).
En todo caso, los también poderosos industriales de Holliwood han hecho una película libre de toda
pretensión que no sea comercial. Se ha dibujado un papel protagonista a mayor honra de Denzel Washington, alrededor del cual se ha construido una historia inverosímil, que pretende rodearse de leyenda por haber escogido un título vintage.
Para evitar que se convirtiera en una peli para maduros nostálgicos, han incluido otra pareja protagonista más joven y atractiva, Chris Pratt y Haley Bennett, que llevan buena parte del peso de la película, sin mucho lucimiento, y que, sobre todo el personaje femenino, parece estar en una continua sesión fotográfica, en una especie de pase de modelos country.
La caracterización en general me recordaba la de viejas series de televisión, quizás de los 80 ó 90, como La Cámara de Comercio de Wildside, o la más larga y exitosa de los Jinetes del Pony Express (no recuerdo exactamente el título). No hay nada de auténtico en esta película, excepto la voluntad de hacer caja, pero tampoco es que uno se pueda quejar si va a un burguer y le ponen una hamburguesa, claro. No se promete más de lo que se da: un rato de entretenimiento estilo western, con algunos actores famosos y poco contenido.
Le ocurre un poco como a otras películas comerciales: parece un refrito de situaciones y personajes sacados de otras historias, que funcionan como ingredientes en la receta del éxito de taquilla: se ponen unas caras conocidas, con unos gramos de chistes no muy graciosos, una pizca de crisis existencial, un ramillete de corrección política, se riegan con bastantes tiros y se sirve a la hora de la siesta (o un poco más tarde, después de unas cervezas).
viernes, 28 de octubre de 2016
Inferno - 2016 - Ron Howard
Última de las adaptaciones al cine de novelas de Dan Brawn, en la que un profesor muy listo hace comentarios superficiales sobre importantes obras de arte italianas y sus autores. En esta ocasión se trata de la Divina Comedia y sus ilustraciones, que sufren con entereza la divulgación Brawniana, y un poco en general Florencia y Venecia, que le pillan de paso.
El malo de la película les ha quedado un poco a lo James Bond, ya que se trata de un rico megalómano que construye un dispositivo para diezmar la humanidad, y se sitúa por lo tanto lejos de las conspiraciones religiosas de los dos episodios anteriores.
Reconozco que no he leído la novela, porque en su momento ya lo hice con El Código Da Vinci y tuve suficiente Dan Brawn para toda la vida. Pero el malo del que hablaba resulta interesante por ser un terrorista ecológico. Él y sus secuaces son trasuntos casi perfectos de terroristas islámicos, trabajando en plan altruista y dispuestos a dar la vida para acabar con el parásito humano que consume el planeta. A su terrorismo, por lo tanto, se puede sumar un acierto en el diagnóstico del problema: los humanos somos demasiado numerosos para el mundo.
Aunque he leído alguna crítica bastante negativa, a mí me ha parecido la mejor de la serie, aunque intenta basar buena parte de su interés en sorpresas que no parecen importar al espectador, y en el carisma del personaje, que no deja de ser un Indiana Jones sin gracia, que en lugar de sus habituales escenarios exóticos, que en lugar de simpático es un poco pedante y en lugar de un Harrison Ford que se confunde con el personaje, lo representa un Tom Hanks que parece no saber muy bien lo que hace en la peli, excepto cobrar y mantenerse en el negocio.
En mi opinión toda la serie se deja ver, siempre que se mantengan las expectativas en el ámbito del más sencillo entretenimiento, obviando las pretensiones culturetas del autor.
El malo de la película les ha quedado un poco a lo James Bond, ya que se trata de un rico megalómano que construye un dispositivo para diezmar la humanidad, y se sitúa por lo tanto lejos de las conspiraciones religiosas de los dos episodios anteriores.
Reconozco que no he leído la novela, porque en su momento ya lo hice con El Código Da Vinci y tuve suficiente Dan Brawn para toda la vida. Pero el malo del que hablaba resulta interesante por ser un terrorista ecológico. Él y sus secuaces son trasuntos casi perfectos de terroristas islámicos, trabajando en plan altruista y dispuestos a dar la vida para acabar con el parásito humano que consume el planeta. A su terrorismo, por lo tanto, se puede sumar un acierto en el diagnóstico del problema: los humanos somos demasiado numerosos para el mundo.
Aunque he leído alguna crítica bastante negativa, a mí me ha parecido la mejor de la serie, aunque intenta basar buena parte de su interés en sorpresas que no parecen importar al espectador, y en el carisma del personaje, que no deja de ser un Indiana Jones sin gracia, que en lugar de sus habituales escenarios exóticos, que en lugar de simpático es un poco pedante y en lugar de un Harrison Ford que se confunde con el personaje, lo representa un Tom Hanks que parece no saber muy bien lo que hace en la peli, excepto cobrar y mantenerse en el negocio.
En mi opinión toda la serie se deja ver, siempre que se mantengan las expectativas en el ámbito del más sencillo entretenimiento, obviando las pretensiones culturetas del autor.
jueves, 27 de octubre de 2016
El Hogar de Miss Peregrine para Niños Peculiares - 2016 - Tim Burton
Es, quizás, la película más infantil de Tim Burton, exceptuando, quizás, las de animación. Con un cierto tono de Brújula Dorada o Narnia, aunque la estética es algo más tenebrosa y bastante más atractiva en este caso. El otro fuerte de la película es la elección de los personajes, no es que sean especialmente profundos, pero al menos despiertan cariño estos pequeños monstruos desprotegidos,
que parecen descartes de la academia del profesor Xavier.
Los bichitos antropomorfos son cuidados por otra monstrua, Miss Peregrine, quien los guarda en una singularidad espacio temporal, es un espacio hipercontrolado. ¿De quién los protege? el caso es que los poderes de las monstruas cuidadoras son codiciados por un científico loco, quien pretende conseguir la vida eterna por su medio.
Reconozco que no difruto especialmente de este tipo de aventuras juveniles, en la que suele ser difícil la construcción de buenas historias. Este creo que es el punto fuerte de la película, como de otras del estilo... se construyen los personajes, se inventa un escenario, y luego no se sabe muy bien lo que hacer con ellos, ni como hacerlos interactuar, sino es infantilmente. Además hay alguna incongruencia en los juegos espacio-temporales, pero en realidad no importa, porque la trama es lo de menos.
No está mal para pasar el rato, aunque en algunos momentos se hace un poco larga. En conjunto mantiene cierto espíritu de Tim Burton, siempre agradable para quienes vamos siguiendo su carrera y, en general, disfrutando de su trabajo.
que parecen descartes de la academia del profesor Xavier.
Los bichitos antropomorfos son cuidados por otra monstrua, Miss Peregrine, quien los guarda en una singularidad espacio temporal, es un espacio hipercontrolado. ¿De quién los protege? el caso es que los poderes de las monstruas cuidadoras son codiciados por un científico loco, quien pretende conseguir la vida eterna por su medio.
Reconozco que no difruto especialmente de este tipo de aventuras juveniles, en la que suele ser difícil la construcción de buenas historias. Este creo que es el punto fuerte de la película, como de otras del estilo... se construyen los personajes, se inventa un escenario, y luego no se sabe muy bien lo que hacer con ellos, ni como hacerlos interactuar, sino es infantilmente. Además hay alguna incongruencia en los juegos espacio-temporales, pero en realidad no importa, porque la trama es lo de menos.
No está mal para pasar el rato, aunque en algunos momentos se hace un poco larga. En conjunto mantiene cierto espíritu de Tim Burton, siempre agradable para quienes vamos siguiendo su carrera y, en general, disfrutando de su trabajo.
miércoles, 26 de octubre de 2016
Cuando el Destino nos Alcance (Soylent Green) - 1973 - Richard Fleischer
El título en inglés de la película, Soylent Green, va llenándose de significado mientras avanza la película, por su parte la versión española Cuando el destino nos alcance, significa todo y nada, es una vaga amenaza, que tampoco aporta mucho, pero que hoy nos puede resultar significativo, dado que los hechos contados en la película se supone que ocurren en el año 2022, así que el destino está a punto de alcanzarnos.
La historia se podría considerar incluida en el subgénero de las distopías, en el que se nos presentan distintos futuros posibles, y en todos ellos la humanidad suele estar sumida en la pobreza económica y la sumisión política probablemente para siempre.
En el caso que nos ocupa el origen de la pobreza es el calentamiento global provocado por el efecto invernadero, lo cual no nos parecerá muy original, pero es que la película es del año 1973, así que puede servir de ejemplo para quienes creen que se trata de un invento de última hora creado por la ONU con algún oscuro designio. Lo curioso es que dicho problema haya quedado oculto durante tanto tiempo, quizás por el agujero en la capa de ozono y la guerra fría.
En la película las clases sociales se han polarizado y sólo existen los ricos y los pobres, aunque los ricos tampoco tienen alimento a voluntad, ni grandes yates (que sepamos), sí tienen agua caliente, jabón, más comida que los pobres, y, en definitiva, la mejor porción en la tarta de la necesidad, además de las comodidades actuales de la clase media actual. Como además es una sociedad eminentemente machista, los hombres con posibles tienen a su disposición chicas jóvenes que les acompañan y sirven a jornada completa, las llamadas furniture, mobiliario. Las chicas mobiliario consiguen vivir en la casa de su amo y disfrutar de las ventajas de su nivel de vida a cambio de sus servicios.
A las consecuencias del calentamiento global, principalmente la falta de alimento, hay que sumarle la superpoblación, que no se sabe si es un residuo de épocas mejores, o si se mantiene en tan alto número por los desvelos de la administración, que proporciona a los habitantes, en su mayor parte parados, alimentos concentrados, principalmente a base de soja y plancton, que constituyen los Soylent de varios colores, el más nutritivo es el Soylent Green, cuyo suministro nunca llega a toda la población.
En estas circunstancias el policía que protagoniza la historia se mueve en una enorme zona amoral, en la que no ser un completo rufián te convierte en un héroe. El trabajo es fundamental, al menos para diferenciarse de una mayoría de la población que es apenas una masa de carne doliente. Además el agente de policía dispone de una enorme autoridad individual, que parece provenir de la amenaza física inmediata, que le permite moverse por todos los ambientes haciendo poco menos que lo que le viene en gana y mangoneando a todo hijo de vecino (con los únicos compromisos de acudir a su trabajo y mantener satisfecho a su capitán).
En definitiva el mundo es un infierno donde el fuego es la humanidad omnipresente, doliente, peligrosa.
Por suerte, los gobernantes parecen haber encontrado una solución que mitigue los dos problemas fundamentales, a saber, la superpoblación y la falta de alimentos.
Hoy por hoy la película es muy actual en lo que respecta al calentamiento global y la superpoblación, aunque menos actual en la estética y en cierta ingenuidad que la recorre, sobrevolando el cinismo que se pretende mostrar.
Como otra de las películas de ciencia ficción protagonizada por Charlton Heston, El Último Hombre... Vivo (The Omega Man), de la que ya hablamos en su día, ésta ha pasado también a la sombra, y el gran público no se acuerda de ella porque no la echan por la tele, sin embargo ambas siguen muy vivas en el imaginario de los aficionados al género.
sábado, 22 de octubre de 2016
Julio César - 1979 - BBC Shakespeare Collection
Julio César es uno de los personajes históricos más recordados, o, dado que andamos flojos de memoria, uno de los que más huella ha dejado en la historia de Europa.
Desde una posición familiar mediocre, aunque patricio, a base de trampas y muchos talentos, consigue llegar a ser dictador en Roma, con poder casi absoluto, su gran sueño (no era muy humilde), poniendo las bases para una monarquía que por fin llevó la paz al imperio, tras más de un siglo de guerras civiles.
Por este motivo, y quizá por el interés de su heredero, hijo adoptivo, y primer emperador, Augusto, su leyenda comenzó con su cadaver todavía caliente. Ya Plutarco le pone en primer lugar de los romanos, comparándole con Alejandro Magno en sus Vidas Paralelas, y Shakespeare, lector de estas Vidas, escribe también esta tragedia para contar sus últimos días.
Veinte siglos después de su muerte, todavía existían dos césares en Europa, el kaiser y el zar, que utilizaban su nombre como símbolo de su poder, por encima de los reyes, aunque fuera el nombre de quien no llegó a reinar.
La tragedia comienza precísamente el día que César y Antonio hacen su pequeño teatrillo, en el que éste ofrece la corona a aquél, quien gentilmente la rechaza. Esta escena era un globo sonda, para comprobar si los romanos estaban dispuestos a admitir a César como rey, y él se enfada con la respuesta del pueblo, mientras sus enemigos, viendo su ambición, empiezan a planear el asesinato, en defensa de la república, por ese motivo les gustaba llamarse los libertadores.
Para dar lustre al crimen, era imprescindible la participación de Marco Bruto, hombre de gran reputación y amigo de César, que finalmente se une a la conjura por fidelidad a sus ancestros, quienes supuestamente también derrocaron a los reyes romanos, siglos atrás. Se encargará de convencerle Casio, el principal inspirador del crimen.
Esta pareja, Bruto y Casio, son para Dante, en su rencorosa Divina Comedia, el arquetipo de los traidores, culpables de la mayor traición de la historia, y por ese motivo se encuentran en el centro del infierno, sufriendo el peor de los castigos. Sin embargo, para Shakespeare no son malvados en absoluto, quizás Bruto es en el fondo el héroe de esta historia, aunque sea un héroe mártir, y de hecho la tragedia acaba con su muerte. El autor utiliza a Bruto y Casio para establecer un superficial diálogo entre estoicismo (Bruto) y epicureísmo (Casio), en el que en cierta manera prevalece el primero, dado que ha dado lugar a un hombre como Bruto, que incluso cita a Epícteto, años antes de Epícteto: piensa que tu mujer y tu hijo son humanos, para soportar su muerte (más o menos).
En el bando contrario ¿Quienes son los amigos de César? Desalmados, no precísamente heroicos; Marco Antonio es un hombre hábil para la guerra y para manejar la multitud, pero cuyo rencor por la muerte de su amigo pronto se diluye en las ánsias de poder, Augusto es un joven ambicioso, dispuesto a todo por ser el nuevo César.
Así vuelve Roma a las proscripciones, que César nunca había publicado, y en una terrible negociación de los triunvirus, se redacta una lista de condenados, a quienes puede matar cualquiera que se les encuentre sin juicio previo, en la que caben tanto parientes como el propio Cicerón. Esto va completamente en contra de la forma de actuar que César tuvo en vida, porque prefería pasar a la prosperidad como un gran admirador y salvador de grandes hombres, no como su verdugo (bien es cierto que los enemigos de César acababan muriendo, de su propia mano o de la ajena, como Pompeyo o Catón, porque la vida no se valoraba de la misma manera que en nuestros tiempos).
Los conspiradores se levantan contra los otros conspiradores, Bruto y Casi mueren dignamente a sus propias manos (más o menos), y la paz llega temporalmente a Roma, a manos del triunvirato.
Shakespeare nos contará también, como ya se habló tiempo atrás en el Blog, el siguiente capítulo de esta historia, en el que Augusto obtendrá finalmente el poder absoluto, en buena medida para bien del Imperio, en Antonio y Cleopatra.
Los personajes cambian según el contexto, y parece que al autor le son simpáticos sobre todo cuando pierden o mueren, quizás por eso Marco Antonio amante de Cleopatra es más simpático que Marco Antonio vengador de César.
Entre la fingida coronación de César y la muerte de los libertadores transcurre esta historia, que es sobre todo dialogada, siendo más psicológica y política que épica, aunque se cuente la lucha entre los amigos de César y sus asesinos.
Por aprender alguna lección de la obra aplicable al día de hoy, intentemos no ser ese ciudadano que toma partido sin más por el último que habla.
Desde una posición familiar mediocre, aunque patricio, a base de trampas y muchos talentos, consigue llegar a ser dictador en Roma, con poder casi absoluto, su gran sueño (no era muy humilde), poniendo las bases para una monarquía que por fin llevó la paz al imperio, tras más de un siglo de guerras civiles.
Por este motivo, y quizá por el interés de su heredero, hijo adoptivo, y primer emperador, Augusto, su leyenda comenzó con su cadaver todavía caliente. Ya Plutarco le pone en primer lugar de los romanos, comparándole con Alejandro Magno en sus Vidas Paralelas, y Shakespeare, lector de estas Vidas, escribe también esta tragedia para contar sus últimos días.
Veinte siglos después de su muerte, todavía existían dos césares en Europa, el kaiser y el zar, que utilizaban su nombre como símbolo de su poder, por encima de los reyes, aunque fuera el nombre de quien no llegó a reinar.
La tragedia comienza precísamente el día que César y Antonio hacen su pequeño teatrillo, en el que éste ofrece la corona a aquél, quien gentilmente la rechaza. Esta escena era un globo sonda, para comprobar si los romanos estaban dispuestos a admitir a César como rey, y él se enfada con la respuesta del pueblo, mientras sus enemigos, viendo su ambición, empiezan a planear el asesinato, en defensa de la república, por ese motivo les gustaba llamarse los libertadores.
Para dar lustre al crimen, era imprescindible la participación de Marco Bruto, hombre de gran reputación y amigo de César, que finalmente se une a la conjura por fidelidad a sus ancestros, quienes supuestamente también derrocaron a los reyes romanos, siglos atrás. Se encargará de convencerle Casio, el principal inspirador del crimen.
Esta pareja, Bruto y Casio, son para Dante, en su rencorosa Divina Comedia, el arquetipo de los traidores, culpables de la mayor traición de la historia, y por ese motivo se encuentran en el centro del infierno, sufriendo el peor de los castigos. Sin embargo, para Shakespeare no son malvados en absoluto, quizás Bruto es en el fondo el héroe de esta historia, aunque sea un héroe mártir, y de hecho la tragedia acaba con su muerte. El autor utiliza a Bruto y Casio para establecer un superficial diálogo entre estoicismo (Bruto) y epicureísmo (Casio), en el que en cierta manera prevalece el primero, dado que ha dado lugar a un hombre como Bruto, que incluso cita a Epícteto, años antes de Epícteto: piensa que tu mujer y tu hijo son humanos, para soportar su muerte (más o menos).
En el bando contrario ¿Quienes son los amigos de César? Desalmados, no precísamente heroicos; Marco Antonio es un hombre hábil para la guerra y para manejar la multitud, pero cuyo rencor por la muerte de su amigo pronto se diluye en las ánsias de poder, Augusto es un joven ambicioso, dispuesto a todo por ser el nuevo César.
Así vuelve Roma a las proscripciones, que César nunca había publicado, y en una terrible negociación de los triunvirus, se redacta una lista de condenados, a quienes puede matar cualquiera que se les encuentre sin juicio previo, en la que caben tanto parientes como el propio Cicerón. Esto va completamente en contra de la forma de actuar que César tuvo en vida, porque prefería pasar a la prosperidad como un gran admirador y salvador de grandes hombres, no como su verdugo (bien es cierto que los enemigos de César acababan muriendo, de su propia mano o de la ajena, como Pompeyo o Catón, porque la vida no se valoraba de la misma manera que en nuestros tiempos).
Los conspiradores se levantan contra los otros conspiradores, Bruto y Casi mueren dignamente a sus propias manos (más o menos), y la paz llega temporalmente a Roma, a manos del triunvirato.
Shakespeare nos contará también, como ya se habló tiempo atrás en el Blog, el siguiente capítulo de esta historia, en el que Augusto obtendrá finalmente el poder absoluto, en buena medida para bien del Imperio, en Antonio y Cleopatra.
Los personajes cambian según el contexto, y parece que al autor le son simpáticos sobre todo cuando pierden o mueren, quizás por eso Marco Antonio amante de Cleopatra es más simpático que Marco Antonio vengador de César.
Entre la fingida coronación de César y la muerte de los libertadores transcurre esta historia, que es sobre todo dialogada, siendo más psicológica y política que épica, aunque se cuente la lucha entre los amigos de César y sus asesinos.
Por aprender alguna lección de la obra aplicable al día de hoy, intentemos no ser ese ciudadano que toma partido sin más por el último que habla.
jueves, 20 de octubre de 2016
Enrique VIII - 1979 - BBC Shakespeare Collection
Quedan atrás los relatos de guerras civiles en las que distintos nobles luchan entre ellos, mientras intentan ocupar el trono de Inglaterra. Enrique VIII es ya rey absoluto y está muy por encima de los nobles, quienes siguen conspirando, pero ya no para conseguir el trono, sino para prevaricar, conseguir el favor del monarca y echar al valido: el odiado cardenal Wolsey.
La obra es, por lo tanto, una historia de corte: de cotilleos, difamaciones y camarillas, pero también de grandeza, en la que destaca la reina Catalina de Aragón, y el propio Enrique VIII.
Finaliza en el bautizo de Isabel de Inglaterra, con una profecía que indica lo importante que la niña convertida en mujer será para el país. Queda la idea de que, de hecho, todo el ambiente, hasta cierto punto de benevolencia, de la obra, se apoya en este hecho, está dedicada a alabar a Isabel convirtiéndola en una predestinada, y no quiere la más mínima mancha a su alrededor. Aunque se considera que fue escrita posteriormente a la muerte de la reina, lo cierto es que cuesta creerlo, por este mismo motivo, y dado que su sucesor, Jaime, no tenía especiales motivos para querer a su tiastra.
Digo ambiente de cierta benevolencia porque incluso el inicial malvado de la obra, el cardenal Wolsey, cuando cae en desgracia se nos presenta como un hombre que ha encontrado la sabiduría una vez que ya no tiene acceso al poder, resignado, fiel súbdito del rey y amigo de sus amigos (de los suyos, no de los del rey). Por su parte, la reina Catalina, como ya se ha dicho, se presenta como un ejemplo de quien incluso en la adversidad permanece fiel, que acepta también con resignación su desgracia, sin ceder un ápice en su posición, pero sin orgullo, con sus propias virtudes y su vida como escudo y espada.
Ana Bolena tampoco es mala, además, dado que la obra termina con el bautismo de Isabel, el autor no tiene que explicar como pierde la cabeza, ni los sucesivos matrimonios del Rey; se la deja pasar como una mujer modesta y muy hermosa, que se ve seducida por el rey y por el poder real. Sin alabarla especialmente, deja que personajes simpáticos la alaben, mientras que los antipáticos católicos la vituperan.
Queda el aspecto de la religión, por el que se pasa un poco por encima. Hacia el final de la obra queda claro que el Rey toma partido por el protestantismo, pero sin mencionarlo, como coartada para el divorcio, y como herramienta contra la hegemonía de España. Se cuenta como una decisión personal, por afecto y respeto a quien ha hecho arzobispo de Canterbury, Cranmer, un archihereje, según Wolsey. Queda así insinuada la victoria final del protestantismo, sin que un personaje importante en la corte y en la religión, Tomás Moro, tenga una aparición de importancia, ni él ni su condena.
De nuevo Shakespeare contando su historia, de nuevo un poco de envidia porque el principal escritor inglés, tuviera tan prematuramente la idea de hacer unos episodios nacionales.
viernes, 14 de octubre de 2016
Enrique VI - 1983 - BBC Shakespeare Collection
Otra de las obras que Shakespeare dedica a la historia de Inglaterra mediante la biografía de uno de sus reyes. Aunque en realidad en este caso se trata de tres obras, que aparecieron en distintos momentos, que en la versión de la BBC se tiene el acierto de representarlas con los mismos actores para los mismos personales, y por supuesto de forma cronológica en relación a los hechos que se cuentan, no a su estreno, de manera que forman una sóla historia en tres actos.
Ocupan diez horas de DVD, con lo que se podría hacer una temporada de un Juego de Tronos histórico, más valioso, probablemente, que la versión imaginaria que nos vende la televisión, y no nos perdemos (yo tampoco). Cada una de las obras dura unas tres horas y media, en formato de teatro grabado, con lo cual, si se tiene algo de paciencia, los personajes se van enriqueciendo a los ojos del espectador, con el paso del tiempo y las circunstancias.
En estos tempranísimos Episodios Nacionales, el bardo inmortal nos va contando las aventuras y desventuras del país, desde un punto de vista finalmente patriota. Enrique V, el héroe-rey, acaba con las disensiones internas y extiende a Francia el poder inglés, pero durante el reinado de su hijo, el sacerdote-rey, se pierden las posesiones continentales, y la guerra civil vuelve, alcanzando mayores cotas de terror. Los distintos señores se alinean en la guerra de las rosas, pero mientras se pelean entre ellos sus dirigentes tienen puesta la vista en el trono, como premio para el vencedor.
Parece que ganan los York, se llega a un acuerdo, pero apenas se ha jurado la paz ya se está rompiendo por todas las costuras, los ejércitos forman, cabezas de familia y herederos mueren uno tras otro, a veces unos en manos de los otros, hasta que prevalece un nuevo líder, esta vez Eduardo IV, pero tampoco su victoria es definitiva, porque su coronación es vista por su hermano, que reinará como Ricardo III, como un paso más en su propio ascenso al trono.
Extraña como la Edad Media real, llena de crímenes, héroes, villanos, traiciones y lealtades ¡tan actual! se ve sustituida en nuestra ficción por imitaciones, ya sea Olvidado Rey Gudú, Juego de Tronos o El Señor de los Anillos, parece que, como a niños, ya nos nos interesa la complejidad de la historia o la política, y preferimos que nos las sirvan como una papilla semidigerida, simplificada y edulcorada con magos y dragones.
La obra es, como decía, extensa, y los personajes aparecen y mueren a lo largo de las tres obras, algunos que son principales en una de las partes, no han aparecido todavía, o ya han muerto en las demás. Esto sucede, por ejemplo, con Juana de Arco y Talbot, quienes desde bandos contrarios mantienen la guerra en Francia, en un magnífico enfrentamiento dialéctico y militar, parar morir ambos sumidos en la tristeza y la desesperación (si bien la humillación es mayor para Juana, porque Shakespeare no sabe muy bien qué hacer con ella: enemiga de Inglaterra no puede hacerla quedar como una heroína, sin embargo no tiene otro remedio que tenerla en cuenta como militar).
En esta obra es interesante el papel de las mujeres, dado que tanto Juana de Arco como la reina Margarita dirigen sus ejércitos, dejando de lado al delfín y al propio Enrique, hombres que no saben o no quieren defender sus intereses, ni los del estado.
Desde mi punto de vista siempre merecen la pena estas obras, con tiempo por delante, en ellas hay mucho del ser humano actual ¡Tan medieval! Y más aún, probablemente, del corazón inglés, en lo mejor y en lo más terrible.
Ocupan diez horas de DVD, con lo que se podría hacer una temporada de un Juego de Tronos histórico, más valioso, probablemente, que la versión imaginaria que nos vende la televisión, y no nos perdemos (yo tampoco). Cada una de las obras dura unas tres horas y media, en formato de teatro grabado, con lo cual, si se tiene algo de paciencia, los personajes se van enriqueciendo a los ojos del espectador, con el paso del tiempo y las circunstancias.
En estos tempranísimos Episodios Nacionales, el bardo inmortal nos va contando las aventuras y desventuras del país, desde un punto de vista finalmente patriota. Enrique V, el héroe-rey, acaba con las disensiones internas y extiende a Francia el poder inglés, pero durante el reinado de su hijo, el sacerdote-rey, se pierden las posesiones continentales, y la guerra civil vuelve, alcanzando mayores cotas de terror. Los distintos señores se alinean en la guerra de las rosas, pero mientras se pelean entre ellos sus dirigentes tienen puesta la vista en el trono, como premio para el vencedor.
Parece que ganan los York, se llega a un acuerdo, pero apenas se ha jurado la paz ya se está rompiendo por todas las costuras, los ejércitos forman, cabezas de familia y herederos mueren uno tras otro, a veces unos en manos de los otros, hasta que prevalece un nuevo líder, esta vez Eduardo IV, pero tampoco su victoria es definitiva, porque su coronación es vista por su hermano, que reinará como Ricardo III, como un paso más en su propio ascenso al trono.
Extraña como la Edad Media real, llena de crímenes, héroes, villanos, traiciones y lealtades ¡tan actual! se ve sustituida en nuestra ficción por imitaciones, ya sea Olvidado Rey Gudú, Juego de Tronos o El Señor de los Anillos, parece que, como a niños, ya nos nos interesa la complejidad de la historia o la política, y preferimos que nos las sirvan como una papilla semidigerida, simplificada y edulcorada con magos y dragones.
La obra es, como decía, extensa, y los personajes aparecen y mueren a lo largo de las tres obras, algunos que son principales en una de las partes, no han aparecido todavía, o ya han muerto en las demás. Esto sucede, por ejemplo, con Juana de Arco y Talbot, quienes desde bandos contrarios mantienen la guerra en Francia, en un magnífico enfrentamiento dialéctico y militar, parar morir ambos sumidos en la tristeza y la desesperación (si bien la humillación es mayor para Juana, porque Shakespeare no sabe muy bien qué hacer con ella: enemiga de Inglaterra no puede hacerla quedar como una heroína, sin embargo no tiene otro remedio que tenerla en cuenta como militar).
En esta obra es interesante el papel de las mujeres, dado que tanto Juana de Arco como la reina Margarita dirigen sus ejércitos, dejando de lado al delfín y al propio Enrique, hombres que no saben o no quieren defender sus intereses, ni los del estado.
Desde mi punto de vista siempre merecen la pena estas obras, con tiempo por delante, en ellas hay mucho del ser humano actual ¡Tan medieval! Y más aún, probablemente, del corazón inglés, en lo mejor y en lo más terrible.
martes, 4 de octubre de 2016
El PSOE y las Terceras Elecciones
Tras el cataclismo del PSOE se escuchan muchas opiniones sobre su futuro, pero casi todas coinciden en que Rajoy conseguirá ser investido presidente, y así el partido socialista tendrá más tiempo para reorganizarse.
Yo no estoy de acuerdo, porque, debido a las demasiado sutiles diferencias ideológicas, y sobre todo prácticas, entre el centro derecha y el centro izquierda, el PSOE (y otros) han convertido el rechazo al PP en el punto fundamental de su programa, y han llevado por ese camino a su electorado (sospecho que no ha sido difícil).
Por ese motivo, creo que se ha entendido mal la rebelión contra Pedro Sánchez, no se trata de ser o no responsable y querer dar gobierno a España, se trata de que Pedro Sánchez estaba demasiado acostumbrado a derrotas históricas, y era demasiado optimista como para pensar que se podrían repetir indefinidamente las derrotas; como dice un candidato a nuevo refrán que se va extendiendo por el pais, y da buena medida de la atmósfera de inteligencia en la que nos vemos sumergidos: Al final todo sale bien, y sino sale bien, no es el final. Éste parece que podría ser el lema del secretario general cesante.
En estas circunstancias, y esta es mi apuesta, lo más probable es que el PSOE nombre, con primarias o sin ellas, un nuevo candidato, confiando en que la renovación de personas se convierta en una cierta recuperación electoral, y vaya de cabeza a las terceras elecciones, dejando que sean las urnas, si acaso, las que lleven al Partido Popular al nuevo gobierno, no ellos.
sábado, 17 de septiembre de 2016
La Chaqueta Metálica - 1984 - Stanley Kubrick
Aunque soy aficionado al cine y creo haber visto casi todas las películas "imprescindibles", reconozco haber llegado a mi avanzada edad dejando pasar esta archiconocida La Chaqueta Metálica.
En cierta manera me alegro, porque para disfrutarla del todo creo que conviene estar contaminado de Oficial y Caballero, El Retorno del Jedi, Kung-Fu Panda y tantísimas películas y series en las que el duro instructor en el fondo es un gran sabio que utiliza el amor duro para romper la coraza que
impide al discípulo alcanzar todo su potencial.
En este caso no sucede así; el sargento psicópata no es un sabio, pero sí un profesional hábil con un objetivo claro, hacer de sus alumnos especialistas en la guerra, y para ello está dispuesto a pagar cualquier precio, incluso un número indeterminado de bajas entre ellos, o incluso cierta muerte moral de todos ellos. Para ser máquinas de matar parece fundamental que sean un poco máquinas.
Casi todos sobreviven a la instrucción, se puede decir que los reclutas mejoran en ciertos aspectos, pero algo de todos ellos se queda en el camino.
Luego viene la guerra, Vietnam. El protagonista, Joker, es un marine, pero al tiempo un periodista, encargado de hacer propaganda del papel de Estados Unidos en la guerra, escribiendo en la revista militar "Barras y Estrellas", propiedad del ejército. Eso es lo que hace, aunque lo mismo podía haber hecho lo contrario, escribir sobre Woodstock y los desastres de la guerra en Time.
Quizás éste sea el gran mensaje de la película, el gran cinismo: lo mismo se puede estar de un lado que de otro, y uno sigue siendo guapo, simpático, y no romper un plato. El soldado que parece al borde de ser un asesino es un héroe cuando sus compañeros están en peligro, el reportero se ahoga en su papel de observador y casi podría ser un drone grabando, porque tiene prohibida una reacción verdaderamente individual, como todos los demás.
Es un alegato en contra de la guerra desde el punto de vista del daño individual que produce incluso a quienes sobreviven y no son heridos en ella, en contra de la guerra como máquina de inmoralidad, de subversión de los principios y de los roles, de la guerra como sociedad antisocial.
Before Adam - 1907 - Jack London
La obra de Jack London está cargada de ideología bastante explícita. Sus obras más conocidas, La Llamada de lo Salvaje y Colmillo Blanco formarían parte, probablemente, de lo que hoy se llama animalismo, si bien no creo que compartiera todos los postulados del movimiento actual, porque el autor parece partidario de un mundo de esfuerzo, también para los animales, en los que estos se valoran por su trabajo, aunque sea como vigilantes. Quizás "compañerismo" sea el término que mejor describe la relación de los hombres buenos y los animales buenos en esas novelas.
Tiene otra faceta, menos conocida, como escritor político socialista, o quizás comunista, en este sentido escribió El Talón de Hierro, explicando el germen de totalitarismo que crecía en el sistema capitalista de entre siglos.
El libro que nos ocupa hoy, Antes de Adán, trata sobre la evolución de las especies, y es a un tiempo animalista y político, digo esto último porque desde el título ya plantea una controversia con las ideas cristianas sobre la creación del ser humano, acompaña a la polémica del título un cierto tono reivindicativo que aparece y desaparece en la obra.
Pero sobre todo se trata de un esfuerzo para entender la evolución. Parte de un hombre de principios del siglo XX, que se siente desubicado porque desde niño ha soñado con los recuerdos de un ancestro primitivo, un ser humano anterior a los neardenthales.
Los sueños del hombre moderno le sirven para reconstruir la biografía de Big Tooth, a medio camino entre el árbol y la caverna. Su especie vive a medio camino entre otras dos, la gente de los árboles y la gente del fuego, con los caracteres evolutivos correspondientes a estadios anteriores y posteriores al protagonista; la gente de los árboles es casi puro sentimiento, mientras que la gente del fuego conoce las herramientas, incluido el arco y sus flechas, y se comunica con palabras.
Las relaciones sociales son básicas, las actividades relativas a la alimentación y a escapar de la muerte ocupan prácticamente toda la jornada, estando siempre rodeados de peligros, que llegan tanto de sus vecinos de cueva como de las bestias que le consideran comida.
Es un ser humano, todavía incompleto, como un animal más, con problemas y soluciones propias, todavía muy atado a las sensaciones, a la salud y al bienestar corporal. ¿Todavía? Probablemente no sean tan distintos nuestros sentimientos de hoy, esos que quizás pretendemos dotar de profundidad, que surgen de nuestro "yo interior", ese invento.
Así que este libro, que discutía con ideas cristianas, puede ser muy útil hoy para luchar contra ideas más modernas de identidad individual, de esa idea de alma que se ha escondido debajo de la mente, de la esencia individual, del yo y de la identidad.
Es un libro corto y agradable, que se lee en dos tardes, y que se puede encontrar en versiones digitales gratuitas, al menos en su versión original en inglés. Un siglo después de ser escrito resulta novedoso porque es sencillo y claro en estos tiempos donde el arte y las ideas confunden oscuridad con profundidad, ofrece, para variar, más verdades que ilusiones, más realidad que alegría, sin por ello resultar triste.
Tiene otra faceta, menos conocida, como escritor político socialista, o quizás comunista, en este sentido escribió El Talón de Hierro, explicando el germen de totalitarismo que crecía en el sistema capitalista de entre siglos.
El libro que nos ocupa hoy, Antes de Adán, trata sobre la evolución de las especies, y es a un tiempo animalista y político, digo esto último porque desde el título ya plantea una controversia con las ideas cristianas sobre la creación del ser humano, acompaña a la polémica del título un cierto tono reivindicativo que aparece y desaparece en la obra.
Pero sobre todo se trata de un esfuerzo para entender la evolución. Parte de un hombre de principios del siglo XX, que se siente desubicado porque desde niño ha soñado con los recuerdos de un ancestro primitivo, un ser humano anterior a los neardenthales.
Los sueños del hombre moderno le sirven para reconstruir la biografía de Big Tooth, a medio camino entre el árbol y la caverna. Su especie vive a medio camino entre otras dos, la gente de los árboles y la gente del fuego, con los caracteres evolutivos correspondientes a estadios anteriores y posteriores al protagonista; la gente de los árboles es casi puro sentimiento, mientras que la gente del fuego conoce las herramientas, incluido el arco y sus flechas, y se comunica con palabras.
Las relaciones sociales son básicas, las actividades relativas a la alimentación y a escapar de la muerte ocupan prácticamente toda la jornada, estando siempre rodeados de peligros, que llegan tanto de sus vecinos de cueva como de las bestias que le consideran comida.
Es un ser humano, todavía incompleto, como un animal más, con problemas y soluciones propias, todavía muy atado a las sensaciones, a la salud y al bienestar corporal. ¿Todavía? Probablemente no sean tan distintos nuestros sentimientos de hoy, esos que quizás pretendemos dotar de profundidad, que surgen de nuestro "yo interior", ese invento.
Así que este libro, que discutía con ideas cristianas, puede ser muy útil hoy para luchar contra ideas más modernas de identidad individual, de esa idea de alma que se ha escondido debajo de la mente, de la esencia individual, del yo y de la identidad.
Es un libro corto y agradable, que se lee en dos tardes, y que se puede encontrar en versiones digitales gratuitas, al menos en su versión original en inglés. Un siglo después de ser escrito resulta novedoso porque es sencillo y claro en estos tiempos donde el arte y las ideas confunden oscuridad con profundidad, ofrece, para variar, más verdades que ilusiones, más realidad que alegría, sin por ello resultar triste.
sábado, 10 de septiembre de 2016
Café Society - 2016 - Woody Allen
La última película de Woody Allen, que no me deja claro si es un alegato a favor o en contra del amor. Como suele pasar con el director, incluso las mejores relaciones tienen a menudo un lado triste, a veces parece que nos está vendiendo el amor perfecto, pero se acaba enseguida; otras son amores duraderos, pero entonces suelen ser falsos, incluso mezquinos.
En este caso los cuatro protagonistas están enamorados entre ellos, como parte de diversas relaciones, pero a la vez llevan la mochila de otras relaciones. Puede parecer que eligen entre lo conveniente y lo romántico, pero no es del todo cierto, más bien todos pueden tener con todos lo conveniente y lo romántico, así que deciden seguir adelante y, en efecto, tenerlo todo con todos, a ver qué tal. Tampoco parece que esto les haga felices, pero es que la Felicidad suele ser imposible.
La ambientación, es, como siempre, muy bonita: años 30, Los Ángeles y Nueva York, la elegancia y el sutil preciosismo de Allen.
Los protagonistas son Jesse Eisenberg y Kristen Stewart, que ya habían protagonizado una comedia el año pasado, con más química que en este caso, la bastante divertida American Ultra, en la que Eisenberg ya hace, de alguna manera, de un Woody Allen subido de revoluciones.
Como siempre con Woody Allen la película merece la pena, aunque sea la centésimo quinta remezcla de los mismos temas, tanto que a veces parece casi un refrito de películas anteriores, el simple cambio de entornos y personajes da riqueza al microuniverso Allen, y es una pieza más en su puzzle, aparentemente interminable.
En este caso los cuatro protagonistas están enamorados entre ellos, como parte de diversas relaciones, pero a la vez llevan la mochila de otras relaciones. Puede parecer que eligen entre lo conveniente y lo romántico, pero no es del todo cierto, más bien todos pueden tener con todos lo conveniente y lo romántico, así que deciden seguir adelante y, en efecto, tenerlo todo con todos, a ver qué tal. Tampoco parece que esto les haga felices, pero es que la Felicidad suele ser imposible.
La ambientación, es, como siempre, muy bonita: años 30, Los Ángeles y Nueva York, la elegancia y el sutil preciosismo de Allen.
Los protagonistas son Jesse Eisenberg y Kristen Stewart, que ya habían protagonizado una comedia el año pasado, con más química que en este caso, la bastante divertida American Ultra, en la que Eisenberg ya hace, de alguna manera, de un Woody Allen subido de revoluciones.
Como siempre con Woody Allen la película merece la pena, aunque sea la centésimo quinta remezcla de los mismos temas, tanto que a veces parece casi un refrito de películas anteriores, el simple cambio de entornos y personajes da riqueza al microuniverso Allen, y es una pieza más en su puzzle, aparentemente interminable.
viernes, 9 de septiembre de 2016
Magia a la luz de la luna - 2014 - Woody Allen
Es curioso como para cada actriz Woody Allen parece tener últimamente una buena y una mala película (si llegan a hacer 2 películas, claro): Celebrity y La Maldición del Escorpión de Jade para Charlize Theron, Match Point y Scoop para Scarlett Johansson, y ahora Irrational man y Magic in the Moonlight para Emma Stone.
Es, además, lo cual también tiene que ver, una de esas películas ligeras y llenas de magia de Woody allen, que no son precísamente mis favoritas. Desde mi punto de vista nunca, que yo recuerde, le sale bien: tiene su mago, su lujo, sus conversaciones insulsas sobre lo sobrenatural, y así pasan el rato, poco más.
Emma Stone pierde toda la gracia, y no parece que simpatice mucho con Colin Firth, que últimamente parece que tiene la cara de madera y sólo presume de guapo entrado en años, ambos muy mal, y sin creerse los papeles.
La película gira sobre la posibilidad de que una medium tenga poderes reales, y como un famoso descubridor de impostores (un mago profesional), es solicitado por un buen amigo para desenmascararla y salvar así a un rico heredero de sus presuntas garras de estafadora.
El ambiente es agradable, de la clase alta inglesa que tanto parece gustarle al director, todos ingeniosos y de modales exquisitos, una buena guarnición, pero le falta el principal: una buena historia.
Es, además, lo cual también tiene que ver, una de esas películas ligeras y llenas de magia de Woody allen, que no son precísamente mis favoritas. Desde mi punto de vista nunca, que yo recuerde, le sale bien: tiene su mago, su lujo, sus conversaciones insulsas sobre lo sobrenatural, y así pasan el rato, poco más.
Emma Stone pierde toda la gracia, y no parece que simpatice mucho con Colin Firth, que últimamente parece que tiene la cara de madera y sólo presume de guapo entrado en años, ambos muy mal, y sin creerse los papeles.
La película gira sobre la posibilidad de que una medium tenga poderes reales, y como un famoso descubridor de impostores (un mago profesional), es solicitado por un buen amigo para desenmascararla y salvar así a un rico heredero de sus presuntas garras de estafadora.
El ambiente es agradable, de la clase alta inglesa que tanto parece gustarle al director, todos ingeniosos y de modales exquisitos, una buena guarnición, pero le falta el principal: una buena historia.
sábado, 16 de julio de 2016
Trono de Sangre - 1957 - Akira Kurosawa
Curiosa versión japonesa de Macbeth, que merece la pena incluir en este pequeño recopilatorio que me está saliendo, aunque sólo fuera por ser una de las más conocidas, y también la más diferente, claro.
Es una versión muy distinta, no sólo porque transcurre en el Japón medieval, en lugar de en Escocia, sino porque no parece que el director hay querido seguir fielmente el texto, ni siquiera el esquema de la obra, se queda con las partes que le interesan, y recorta sin piedad el resto.
Praece que el director ha hecho una obra para japoneses que no conozcan a Shakespeare, lo cual también explicaría, al menos en parte, la simplificación, el recorte de los diálogos, etc., al final de la película, con la trama ya terminada, incluye una explicación al movimiento del bosque. Ha querido hacer una obra japonesa sobre el tema de Macbeth, más que una versión de la obra tradicional.
Las actuaciones, como corresponde, son exageradas para lo habitual en occidente, lo cual le añade otro tono exótico. Los personajes secundarios en buena medida desaparecen, hasta el punto de que no hay un verdadero Macduff, el justiciero que acaba con Macbeth (Washizu), quien no muere por la espada ejecutado por un no nacido del vientre de mujer, sino acribillado a flechazos. De la misma manera no existe la familia de Macduff, cuyo asesinato es el gran acto de maldad de Macbeth, consecuencia de las segundas profecías de las brujas, y la fuente de la gran degeneración del protagonista y de la muerte de su mujer, que asi ve como el camino iniciado no tiene final.
A la ambición natural del protagonista, le han querido añadir el miedo, que es la fuerza que utiliza Lady Macbeth para reforzar sus malas intenciones, en lugar de espolear su deseo de poder, le hace ver el peligro en el que la profecía le deja, ya que le sitúa como posible enemigo de su señor y de su compañero. Esto añade interés desde el punto de vista de que da importancia a la duda, siempre presente, de hasta qué punto los hechos transcurren según la profecía precísamente porque Macbeth y Banquo (Miki) la han escuchado.
También en el aspecto político esta historia es más neutra, Macbeth no hace nada que no hubiera hecho antes su predecesor: matar a su señor para ponerse en su lugar, no es un malvado, es un señor poderoso que actua como los demás señores poderosos.
Es una versión muy distinta, no sólo porque transcurre en el Japón medieval, en lugar de en Escocia, sino porque no parece que el director hay querido seguir fielmente el texto, ni siquiera el esquema de la obra, se queda con las partes que le interesan, y recorta sin piedad el resto.
Praece que el director ha hecho una obra para japoneses que no conozcan a Shakespeare, lo cual también explicaría, al menos en parte, la simplificación, el recorte de los diálogos, etc., al final de la película, con la trama ya terminada, incluye una explicación al movimiento del bosque. Ha querido hacer una obra japonesa sobre el tema de Macbeth, más que una versión de la obra tradicional.
Las actuaciones, como corresponde, son exageradas para lo habitual en occidente, lo cual le añade otro tono exótico. Los personajes secundarios en buena medida desaparecen, hasta el punto de que no hay un verdadero Macduff, el justiciero que acaba con Macbeth (Washizu), quien no muere por la espada ejecutado por un no nacido del vientre de mujer, sino acribillado a flechazos. De la misma manera no existe la familia de Macduff, cuyo asesinato es el gran acto de maldad de Macbeth, consecuencia de las segundas profecías de las brujas, y la fuente de la gran degeneración del protagonista y de la muerte de su mujer, que asi ve como el camino iniciado no tiene final.
A la ambición natural del protagonista, le han querido añadir el miedo, que es la fuerza que utiliza Lady Macbeth para reforzar sus malas intenciones, en lugar de espolear su deseo de poder, le hace ver el peligro en el que la profecía le deja, ya que le sitúa como posible enemigo de su señor y de su compañero. Esto añade interés desde el punto de vista de que da importancia a la duda, siempre presente, de hasta qué punto los hechos transcurren según la profecía precísamente porque Macbeth y Banquo (Miki) la han escuchado.
También en el aspecto político esta historia es más neutra, Macbeth no hace nada que no hubiera hecho antes su predecesor: matar a su señor para ponerse en su lugar, no es un malvado, es un señor poderoso que actua como los demás señores poderosos.
sábado, 2 de julio de 2016
Macbeth - 1948 - Orson Welles
Se trata de una versión sencilla, impresionista en algunos momentos, pero que pretende, creo, ser honesta, de la historia del rey escocés.
No se dedican muchos medios: todo decorado, y casi toda la actuación el mismo, un castillo de piedra, Dunsinane, donde Macbeth manda primero como señor de Glamis, y luego como Rey, como se ve es un tirano poco dado a derrochar.
El aire es de un país entre la antigüedad y la edad media, en pleno siglo XI, siempre en guerra con sus vecinos, donde por lo tanto un general y guerrero como Macbeth tiene todas las de ganar. El protagonista viste un peto de soldado, y más tarde se pone una corona de acero, de aspecto muy pesado, en mi imaginación es una especie de Pelayo, o de los primeros nobles y reyes castellanos o aragoneses, siempre en batalla, los más ricos de los pobres. Sin embargo Lady Macbeth es magnífica, una auténtica señora, mucho más refinada, mucho más afilada, aunque igualmente marcial y dispuesta a lo que haga falta.
Entre los dos matan al bondadoso Duncan y se hacen con el poder. En esta versión las sospechas sobre Macbeth son más evidentes desde el principio, tanto Banquo como Ross parecen tener claro desde el primer momento que Macbeth es el culpable, y sólo se mantienen un poco al margen para ver como van desarrollándose los acontecimientos.
Es bastante respetuosa con los secundarios, aunque no puedo dejar de extrañarme por la manera en que un personaje de reparto como es Ross cambia tanto de una versión a otra: desaparece en la versión del año pasado, un play-boy traidor en la versión de Polansky, un sacerdote y amigo en esta de Wells. Los demás secundarios, como la mujer y el hijo de Macduff o los asesinos de Banquo ocupan su lugar, ni son tan importantes como en la de Polansky (que probablemente es la mejor de todas), ni desaparecen de una manera tan absurda como en la de Kurzel del año pasado.
Estos secundarios, incluso las brujas, son importantes para que no se fije la atención en exceso en los Macbeth y que el espectador tenga un cierto respiro y no nos hartemos del matrimonio protagonista y sus cuitas.
En definitiva, una gran película que siempre merece la pena. Fue la primera versión que conocí de la obra, en su momento me sorprendió, porque los anglosajones siempre tienen algo que decir se su Shakespeare, y siempre le hacen hablr bien. No es que en España manejemos peor los clásicos, sólo que los sacamos a pasear con mucha menos frecuencia.
domingo, 19 de junio de 2016
Macbeth - 2015 - Justin Kurzel
No me ha gustado mucho este Macbeth. Si duda es estéticamente más moderno, con una fotografía muy cuidada, y en definitiva una película con imágenes muy bonitas, pero en los últimos años parece que esto ya tenemos que darlo por hecho, al menos en una película con pretensiones de arte, y a ésta lo único que no le faltan son pretensiones. Bueno, ya lo hemos dicho, no le faltan pretensiones ni imágenes bonitas.
Pero han hecho una versión muy aburrida, lenta, llena de vacío misticismo, sin una pizca de alegría,
sin un comentario irónico, todo es trascendente y parte de un cuadro preciosista. Hasta la gente es muy guapa, es más ¡Hasta las brujas lo son! Según cada momento, todo el mundo parece consagrado en esta película: los soldados parecen monjes, las brujas y mujeres en general monjas, y todo rodeado de una espiritualidad sin sentido, una supuesta trascendencia que no trasciende, porque no llega a ninguna parte.
Las actuaciones están bien, completamente cinematográfica, lo cual ayuda mucho, porque no se necesita que nadie declame, como tienen micrófonos pueden susurrar y gritar según el papel lo pida, facilitando a los actores dar matices. En algunos momentos por falta de épica y sobra de cara de loco parece que Fassbender iba a hacer Hamlet y a medio camino le cambiaron la obra, lo cual no quiere decir que esté mal, las actuaciones, incluída la suya, son correctas, y todos y todas muy hermosos y hermosas, como ya he dicho.
Como también he dicho, falta alegría, a Macbeth y su mujer parece que todo le traspasa, mientras los personajes de Polanski son humanos y ríen y lloran, los de Kurzel permanecen impasibles o sufren. En relación con la película de 1971 es curioso como Polanski da un papel de gran importancia a Ross, mayor del que tiene en la obra, acertando desde mi punto de vista plenamente, porque encarna muy bien la bajeza moral, la pequeñez, y, cuidado, la simpatía y buenas palabras. Sin embargo en la versión que nos ocupa este personaje prácticamente desaparece, teniendo menos presencia que en la obra original.
Por último las batallas y combates están bien realizados, olvidando, por supuesto y por completo, el realismo (que a veces se confunde con chorros de sangre por todas partes), un poco a lo 300, claro, como casi todo ahora.
Aunque las críticas son muy buenas, yo creo que, hay que estar muy concienciado para disfrutar este Macbeth.
Pero han hecho una versión muy aburrida, lenta, llena de vacío misticismo, sin una pizca de alegría,
sin un comentario irónico, todo es trascendente y parte de un cuadro preciosista. Hasta la gente es muy guapa, es más ¡Hasta las brujas lo son! Según cada momento, todo el mundo parece consagrado en esta película: los soldados parecen monjes, las brujas y mujeres en general monjas, y todo rodeado de una espiritualidad sin sentido, una supuesta trascendencia que no trasciende, porque no llega a ninguna parte.
Las actuaciones están bien, completamente cinematográfica, lo cual ayuda mucho, porque no se necesita que nadie declame, como tienen micrófonos pueden susurrar y gritar según el papel lo pida, facilitando a los actores dar matices. En algunos momentos por falta de épica y sobra de cara de loco parece que Fassbender iba a hacer Hamlet y a medio camino le cambiaron la obra, lo cual no quiere decir que esté mal, las actuaciones, incluída la suya, son correctas, y todos y todas muy hermosos y hermosas, como ya he dicho.
Como también he dicho, falta alegría, a Macbeth y su mujer parece que todo le traspasa, mientras los personajes de Polanski son humanos y ríen y lloran, los de Kurzel permanecen impasibles o sufren. En relación con la película de 1971 es curioso como Polanski da un papel de gran importancia a Ross, mayor del que tiene en la obra, acertando desde mi punto de vista plenamente, porque encarna muy bien la bajeza moral, la pequeñez, y, cuidado, la simpatía y buenas palabras. Sin embargo en la versión que nos ocupa este personaje prácticamente desaparece, teniendo menos presencia que en la obra original.
Por último las batallas y combates están bien realizados, olvidando, por supuesto y por completo, el realismo (que a veces se confunde con chorros de sangre por todas partes), un poco a lo 300, claro, como casi todo ahora.
Aunque las críticas son muy buenas, yo creo que, hay que estar muy concienciado para disfrutar este Macbeth.
viernes, 17 de junio de 2016
Macbeth - 1971 - Roman Polanski
Macbeth es la historia de un noble que llega a Rey de Escocia, y nos habla de muchas cosas: del destino y el día a día (a Dios rogando y con el mazo dando) de las edades del hombre, de la fidelidad, la conciencia, el valor, de todo lo que nos hace y nos deshace como personas.
Al principio de la obra el protagonista es un guerrero de éxito, cosecha victorias que deberían servir para asegurar el poder del rey Duncan, quien, agradecido, le muestra su aprecio y acrecienta su señoría dándole el señorío de Cawdor. Pero en su camino se cruzan unas brujas adivinas que le auguran que un día será rey, y de aquí la primera gran pregunta: ¿Qué hubiera sido del gran Macbeth si las brujas no le hubieran dado la seguridad que necesitaba para llegar a Rey? Nunca lo sabremos, quizás fuera apagándose con la edad, quizas honraría el señorío de Cawdor hasta ensombrecer el propio reino.
El caso es que las brujas espolean su ambición y, lo que es más importante, como decía, le dan la seguridad que necesitaba, más aún, la autoridad moral, ahora es un ungido por el destino y apartará de su paso todo lo que se cruce en su camino. Su mujer, Lady Macbeth, siente el mismo impulso, y así le ayuda en lo que puede, que es mucho.
Pero ser Rey no es tan fácil como parece, no sólo consiste en recibir honores y darse banquetes. Como bien sabemos los españoles, el primer deber del monarca es perpetuar su dinastía, y en el corazón de Macbeth las brujas han puesto la semilla de su perdición, al decirle a la vez que él será rey, pero le sucederán los hijos de su amigo Banquo. La preocupación por el futuro de sus hijos lleva a Macbeth a matar a Banquo e intentar lo mismo con el hijo de éste, pero el pequeño logra escapar.
Macbeth vuelve a recurrir a las adivinas, para preguntarles por su futuro, y la respuesta de nuevo es positiva y motivadora para el ahora Rey, y refuerza su pasión: no será vencido hasta que se mueva contra él el bosque de Birnam, y no podrá derrotarle nadie que haya nacido de vientre de mujer. Con estas ideas en la mente se siente a sí mismo invencible y actúa como tal.
De manera que vive su vida como todos los reyes de su tiempo, luchando y exterminando a sus enemigos y familiares de primer y segundo grado, gobernando con cierta tranquilidad y haciendo vida hogareña, aunque no todo son alegrías, porque tanto él como su mujer sufren episodios alucinatorios complicados con trastornos depresivos de cierta importancia.
Cuando se va haciendo viejo, a su alrededor los traidores se multiplican, se alían con fuerzas extranjeras (inglesas, nada menos) para acabar con el Rey y devolver el poder a la dinastía del difunto Duncan, que tan poco ha hecho para merecerlo.
Finalmente los augurios tenian algo de trampa, aunque han sido útiles durante muchos años, y el Rey cae, tras enfrentarse él sólo a un ejército y ponerle contra las cuerdas. Los vencedores profanan sus despojos, celebrando su vuelta a la oscuridad de la historia con el regreso de la dinastía anterior.
Al principio de la obra el protagonista es un guerrero de éxito, cosecha victorias que deberían servir para asegurar el poder del rey Duncan, quien, agradecido, le muestra su aprecio y acrecienta su señoría dándole el señorío de Cawdor. Pero en su camino se cruzan unas brujas adivinas que le auguran que un día será rey, y de aquí la primera gran pregunta: ¿Qué hubiera sido del gran Macbeth si las brujas no le hubieran dado la seguridad que necesitaba para llegar a Rey? Nunca lo sabremos, quizás fuera apagándose con la edad, quizas honraría el señorío de Cawdor hasta ensombrecer el propio reino.
El caso es que las brujas espolean su ambición y, lo que es más importante, como decía, le dan la seguridad que necesitaba, más aún, la autoridad moral, ahora es un ungido por el destino y apartará de su paso todo lo que se cruce en su camino. Su mujer, Lady Macbeth, siente el mismo impulso, y así le ayuda en lo que puede, que es mucho.
Pero ser Rey no es tan fácil como parece, no sólo consiste en recibir honores y darse banquetes. Como bien sabemos los españoles, el primer deber del monarca es perpetuar su dinastía, y en el corazón de Macbeth las brujas han puesto la semilla de su perdición, al decirle a la vez que él será rey, pero le sucederán los hijos de su amigo Banquo. La preocupación por el futuro de sus hijos lleva a Macbeth a matar a Banquo e intentar lo mismo con el hijo de éste, pero el pequeño logra escapar.
Macbeth vuelve a recurrir a las adivinas, para preguntarles por su futuro, y la respuesta de nuevo es positiva y motivadora para el ahora Rey, y refuerza su pasión: no será vencido hasta que se mueva contra él el bosque de Birnam, y no podrá derrotarle nadie que haya nacido de vientre de mujer. Con estas ideas en la mente se siente a sí mismo invencible y actúa como tal.
De manera que vive su vida como todos los reyes de su tiempo, luchando y exterminando a sus enemigos y familiares de primer y segundo grado, gobernando con cierta tranquilidad y haciendo vida hogareña, aunque no todo son alegrías, porque tanto él como su mujer sufren episodios alucinatorios complicados con trastornos depresivos de cierta importancia.
Cuando se va haciendo viejo, a su alrededor los traidores se multiplican, se alían con fuerzas extranjeras (inglesas, nada menos) para acabar con el Rey y devolver el poder a la dinastía del difunto Duncan, que tan poco ha hecho para merecerlo.
Finalmente los augurios tenian algo de trampa, aunque han sido útiles durante muchos años, y el Rey cae, tras enfrentarse él sólo a un ejército y ponerle contra las cuerdas. Los vencedores profanan sus despojos, celebrando su vuelta a la oscuridad de la historia con el regreso de la dinastía anterior.
sábado, 11 de junio de 2016
Política de Trazo Gordo
El objetivo de las distintas ideologías es más o menos el mismo, por mucho que pueda sorprendernos al primer vistazo: favorecer el acceso de los ciudadanos a la clase media para el mayor número posible de ciudadanos, en el límite a todos.
Este objetivo tiene distintos nombres: más a la izquierda se le llama utopía, cuanto más a la derecha nos movamos, más se le irá llamando modelo, pero es sólo cuestión de nombres y tradición.
La clase media no debe considerarse una simple cuestión de estadística, aunque necesariamente tenga mucho que ver con el promedio, también debe tenerse en cuenta el acceso de los ciudadanos a ciertos bienes, como la instrucción, la atención médica, la vivienda, y, por supuesto, la alimentación o el vestido, etc. Y por lo tanto esta clase media es un invento de sociedades avanzadas, y por eso mismo no es un simple cuestión estadística, por ejemplo: una tribu en la que todos sean más o menos igual de ricos o de pobres, no es una tribu de clase media, en el sentido en el que queremos usarla, aunque lo fuera perfectamente en cuanto a la estadística.
En lo que sí se diferencian más las ideologías es en la manera de conseguir estos objetivos.
El centro izquierda tiende a considerar que la generación de riqueza es automática, pero el reparto debe ser forzado, y por eso su modelo necesita un estado que corrija los defectos del mercado y redistribuya la riqueza que se haya generado. Por lo tanto su modelo está enfocado al trabajador y al reparto, considerando, de alguna manera, que siempre hay suficiente para todos, y si a veces parece que no es así, se debe a alguna oculta conspiración. De manera que el acceso de la mayoría a la clase media se consigue mediante un reparto más igualitario.
Por su parte el centro derecha tiende a considerar que la generación de riqueza necesita ayuda, pero que el reparto es automático. Es verdad que este no es el liberalismo que se predica por unos pocos, pero es que por una parte el liberalismo sólo lo defienden algunos políticos como una etiqueta, y, por otra parte, para el centro derecha en España el liberalismo es sólo una capa moderna importada en los últimos años, pero que no parece que se vaya a imponer fuera de las tertulias en los medios. Por lo dicho su modelo está enfocado a la promoción de la empresa, considerada como fuente original de la riqueza, considerando, de alguna manera, que el propio funcionamiento del mercado provocará una distribución genealizada entre los trabajadores, y si a veces parece que no es así, se debe a trabas que ponen al mercado quienes quieren forzar el reparto. De manera que el acceso de la mayoría a la clase media se consigue mediante una mayor producción.
Por su parte, los extremistas de izquierda y derecha piensan que la sociedad sólo funciona cuando se ciñe a un plan que ellos han trazado o heredado. Para implantar dicho plan la libertad tal y como la entendemos normalmente, les sobra, porque las personas tenemos cierta tendencia a la independencia, y enseguida nos salimos de los planes que los demás hacen para nosotros. Por lo tanto sus objetivos pueden ser los mismos que los de las versiones más centradas, pero sus medios son mucho más terribles: necesitan apoderarse de las instituciones para destruir todo aquello que se interponga en su camino actual o previsto para el futuro, necesitan ser totalitarios.
Este objetivo tiene distintos nombres: más a la izquierda se le llama utopía, cuanto más a la derecha nos movamos, más se le irá llamando modelo, pero es sólo cuestión de nombres y tradición.
La clase media no debe considerarse una simple cuestión de estadística, aunque necesariamente tenga mucho que ver con el promedio, también debe tenerse en cuenta el acceso de los ciudadanos a ciertos bienes, como la instrucción, la atención médica, la vivienda, y, por supuesto, la alimentación o el vestido, etc. Y por lo tanto esta clase media es un invento de sociedades avanzadas, y por eso mismo no es un simple cuestión estadística, por ejemplo: una tribu en la que todos sean más o menos igual de ricos o de pobres, no es una tribu de clase media, en el sentido en el que queremos usarla, aunque lo fuera perfectamente en cuanto a la estadística.
En lo que sí se diferencian más las ideologías es en la manera de conseguir estos objetivos.
El centro izquierda tiende a considerar que la generación de riqueza es automática, pero el reparto debe ser forzado, y por eso su modelo necesita un estado que corrija los defectos del mercado y redistribuya la riqueza que se haya generado. Por lo tanto su modelo está enfocado al trabajador y al reparto, considerando, de alguna manera, que siempre hay suficiente para todos, y si a veces parece que no es así, se debe a alguna oculta conspiración. De manera que el acceso de la mayoría a la clase media se consigue mediante un reparto más igualitario.
Por su parte el centro derecha tiende a considerar que la generación de riqueza necesita ayuda, pero que el reparto es automático. Es verdad que este no es el liberalismo que se predica por unos pocos, pero es que por una parte el liberalismo sólo lo defienden algunos políticos como una etiqueta, y, por otra parte, para el centro derecha en España el liberalismo es sólo una capa moderna importada en los últimos años, pero que no parece que se vaya a imponer fuera de las tertulias en los medios. Por lo dicho su modelo está enfocado a la promoción de la empresa, considerada como fuente original de la riqueza, considerando, de alguna manera, que el propio funcionamiento del mercado provocará una distribución genealizada entre los trabajadores, y si a veces parece que no es así, se debe a trabas que ponen al mercado quienes quieren forzar el reparto. De manera que el acceso de la mayoría a la clase media se consigue mediante una mayor producción.
Por su parte, los extremistas de izquierda y derecha piensan que la sociedad sólo funciona cuando se ciñe a un plan que ellos han trazado o heredado. Para implantar dicho plan la libertad tal y como la entendemos normalmente, les sobra, porque las personas tenemos cierta tendencia a la independencia, y enseguida nos salimos de los planes que los demás hacen para nosotros. Por lo tanto sus objetivos pueden ser los mismos que los de las versiones más centradas, pero sus medios son mucho más terribles: necesitan apoderarse de las instituciones para destruir todo aquello que se interponga en su camino actual o previsto para el futuro, necesitan ser totalitarios.
domingo, 22 de mayo de 2016
Dublineses - 1914 - James Joyce
Dublineses es un libro bastante conocido de Joyce, puede que el mejor para lectores no aficionados al autor, que puedan encontrar pesada su obra principal. En él se reúnen quince relatos, todos ellos ubicados en Dublín (¡sorpresa!).
Son relatos familiares, o de reunión de amigos, de cosas pequeñas, diríamos; no hay nacimientos, ni apenas muertes, no hay violencia ni, aparentemente, catástrofes, o al menos no son ruidosas. Tampoco se vuelve atrás para contarnos la historia de los personajes, sólo sabemos lo que necesitamos para entender lo que está pasando en la escena que le interesa a Joyce, pero son escenas tan representativas, aunque cotidianas, que parece que podríamos recontruir lo importante de su vida con lo que nos dejan entrever.
También son relatos tristes, incluso en los más alegres parece que se nos oculta alguna sombra, a veces se desvela más adelante, y otras simplemente queda en el aire un ambiente de sospecha, intuimos que algo malo está pasando y no se nos quiere contar.
Se da mucha importancia a lo que comen los personajes y donde lo hacen, así como su relación con la bebida y con la nación. La nación y el nacionalismo están muy presentes, no como reivindicación o como polémica, sino como parte del paisaje: nos dicen que un personaje es nacionalista, o en una conversación se comenta que alguién ausente es un buen orangista, detalles que a menudo no parecen estar relacionados con lo que pasa, pero es difícil saber qué connotaciones tiene para un irlandés de principios del siglo XX el militar o no en el nacionalismo. Por lo pronto Joyce nos lo presenta como una circunstancia más, igual que ser alto o bajo, tener dinero o carecer de él, hay que esperar que el personaje se ponga en movimiento para conocerle, más allá de etiquetas.
La viñeta siguiente es de un comic sobre la vida de Joyce de Alfonso Zapico, titulado "Dublinés", representa muy bien la sensación que puede uno tener al enfrentarse por primera vez a Joyce. Hay que recordar que para Joyce el único propósito del arte debe ser el goce estético: ni convencer, ni enseñar, ni, por supuesto, vender, sólo estética, por eso encaja hasta cierto punto mal en nuestro mundo de cultura habitual, donde mucho es mercadería, ideología (o simplemente tontería).
Son cuentos de una enorme zona gris familiar y social, cuentos de mezquindad, de espectativas no cumplidas, de mitos del siglo XX, y XXI que no se cumplen ni individual ni socialmente y nos llenan de una frustración pequeña y fea, que nos empequeñece y afea en todo.
Son relatos familiares, o de reunión de amigos, de cosas pequeñas, diríamos; no hay nacimientos, ni apenas muertes, no hay violencia ni, aparentemente, catástrofes, o al menos no son ruidosas. Tampoco se vuelve atrás para contarnos la historia de los personajes, sólo sabemos lo que necesitamos para entender lo que está pasando en la escena que le interesa a Joyce, pero son escenas tan representativas, aunque cotidianas, que parece que podríamos recontruir lo importante de su vida con lo que nos dejan entrever.
También son relatos tristes, incluso en los más alegres parece que se nos oculta alguna sombra, a veces se desvela más adelante, y otras simplemente queda en el aire un ambiente de sospecha, intuimos que algo malo está pasando y no se nos quiere contar.
Se da mucha importancia a lo que comen los personajes y donde lo hacen, así como su relación con la bebida y con la nación. La nación y el nacionalismo están muy presentes, no como reivindicación o como polémica, sino como parte del paisaje: nos dicen que un personaje es nacionalista, o en una conversación se comenta que alguién ausente es un buen orangista, detalles que a menudo no parecen estar relacionados con lo que pasa, pero es difícil saber qué connotaciones tiene para un irlandés de principios del siglo XX el militar o no en el nacionalismo. Por lo pronto Joyce nos lo presenta como una circunstancia más, igual que ser alto o bajo, tener dinero o carecer de él, hay que esperar que el personaje se ponga en movimiento para conocerle, más allá de etiquetas.
La viñeta siguiente es de un comic sobre la vida de Joyce de Alfonso Zapico, titulado "Dublinés", representa muy bien la sensación que puede uno tener al enfrentarse por primera vez a Joyce. Hay que recordar que para Joyce el único propósito del arte debe ser el goce estético: ni convencer, ni enseñar, ni, por supuesto, vender, sólo estética, por eso encaja hasta cierto punto mal en nuestro mundo de cultura habitual, donde mucho es mercadería, ideología (o simplemente tontería).
Son cuentos de una enorme zona gris familiar y social, cuentos de mezquindad, de espectativas no cumplidas, de mitos del siglo XX, y XXI que no se cumplen ni individual ni socialmente y nos llenan de una frustración pequeña y fea, que nos empequeñece y afea en todo.
domingo, 10 de enero de 2016
Enrique V - 1979 - BBC Shakespeare Collection
Tercera obra de Shakespeare dedicada a este rey de Inglaterra,
dado que las dos partes de Enrique IV, como se dijo en su momento, están
dedicadas a contar las hazañas de juventud del V, y su transformación de
vividor en solemne gobernante y guerrero.
Tras acabar con las revueltas internas y ser coronado, Henry pone
los ojos en Francia. Como todos los imperios que en el mundo han sido, la culpa
de sus invasiones es, por supuesto, de los invadidos, en este caso de los
franceses. El buen rey inglés lo único que hace es reivindicar sus derechos,
mientras que por su parte el rey francés se obstina en no querer regalar su
reino al adversario, sin contar que los ingleses, además, tienen a Dios de su
lado (esto sólo se demuestra con la victoria, claro).
En la colección de la BBC las dos partes de Enrique IV y ésta son
tratadas como la misma, utilizando los mismos actores para los papeles
principales, etc. En 1989 Kenneth Branagh realizó una versión para el cine, más
dinámica que esta de la BBC, pero en la que se pierden los repetidos
intercambios de heraldos y comunicaciones, tan profusas, que pueden hacerse
largas, pero nos dan idea de cómo se tramaban las guerras y batallas en la Edad
Media inglesa, o cómo creían que se hacía los modernos.
Dentro del esfuerzo Shakesperiano por hacer nación en la Gran
Bretaña, Enrique V es mostrado como un gran unificador, santo y sabio por
encima de los pensamientos y preocupaciones de quienes le rodean, dueño de sí
mismo siempre, pero en manos de Dios. Cercano a nobles y plebeyos si lo
merecen, porque les mira desde tan alto que le deben de parecer igualmente
pequeños.
En definitiva, Enrique se casa con Catalina de Valois y fuerza al
rey de Francia a nombrarle heredero, situación que en la obra se plantea desde
el buen rollo total, dado que todo el mundo asume que un hombre así merece ser
el rey de todo.
Las últimas escenas de la obra son una introducción introductoria
a Enrique VI, que será rey de Inglaterra y Francia.
viernes, 8 de enero de 2016
Enrique IV - 1979 - BBC Shakespeare Collection
Parece que a Shakespeare no le gusta mucho el rey Henry IV de
Inglaterra.
Pese a que su vida fue muy emocionante, llegando a conquistar
Inglaterra para derrocar a su predecesor, el último Plantagenet, iniciando así
el reinado de los Lannister, digo, Lancaster.
Pese a la vida de altibajos y aventuras de Enrique IV, quien
realmente interesa al autor es su hijo, que será Enrique V, protagonista de su
propia obra, pero también de estas dos dedicadas a su padre. El supuesto
protagonista, el padre, ya está mayor, y lo que se nos cuenta son las fiestas y
batallas del hijo, que lleva una vida más o menos disoluta, aunque se nos
explica con mucho pudor, pero en cuanto su padre le llama la atención toma las
armas y demuestra su prudencia y capacidad.
También aprovecha el autor para sacar partido a Falstaff,
caballero y capitán, pero borrachuzo y cobarde, quien intenta aprovecharse de la amistad del joven príncipe, y de todos aquellos que le rodean, sin por ello
estar carente de cierta sabiduría popular, como tanto le gusta a Shakespeare en los personajes cómicos que introduce en los dramas y tragédias.
Falstaff urde todo tipo de planes, pero finalmente le saldrán mal,
porque ya no tiene cabida en la nueva vida del príncipe, finalmente Rey.
Como suele pasar en estos casos, es también el personaje más
agradecido de cara a los actores que lo interpretan, en este caso Bruce
Purchase, el personaje de Enrique V es David Gwillim, como lo hará también en
la obra de su nombre dentro de esta misma colección (en la película de Kenneth
Brannag sobre Enrique V lo fundamental de Enrique IV aparece como diversos
Flash Backs, como recuerdos del Rey).
Es, tanto como la vida de los reyes, una recreación histórica, en
la que se nos cuenta la construcción de Inglaterra y Gran Bretaña en el siglo
XIV, cuando en toda Europa los reyes eran los señores más poderosos, pero
siempre con el riesgo de una revuelta de sus nobles, o un ataque de los
vecinos. Porque en realidad la monarquía absoluta no es medieval, sino moderna.
La obra, sumando las dos partes, dura 5 horas, el único sentido
plausible de que sean dos partes es hacerla más ligera para el espectador,
porque en la narración no hay cortes que lo expliquen (salvo que se quiera usar
como tal el interludio entre dos rebeliones).
Shakespeare hizo un esfuerzo por contar la historia de su país a
sus contemporáneos, desde Cimbelino a la vida de Enrique VIII, o de estos de
los que hablamos hoy. Pero no es una narración científica, historiográfica, sino
ideológica y enfocada a la construcción nacional y al ensalzamiento de los Tudor. Sin embargo, curiosamente, no
hizo ninguna obra dedicada a Ricardo Corazón de León, que tanto peso tiene en
el imaginario nacional de la pérfida Albión.
Hamlet - 1980 - BBC Shakespeare Collection
El vengativo príncipe danés es probablemente el personaje más conocido de Shakespeare, en parte se puede deber a que son muchos los actores ansiosos de lucirse interpretando un clásico popular: Bart Simpson, Kenneth Branagh, Mel Gibson, etc., el bombardeo de Hamlets es continuo.
En este caso el protagonista es Darek Jacobi, Él Claudio, que me ha resultado especialmente antipático (tampoco la simpatía es su fuerte como actor, probablemente) y en su contra, como tío-padrastro-fatricida tiene nada menos que a Patrick Stewart ¡Capitán Picart de Star Treck! ¡Profesor Xavier! Que le da tanta dignidad y, esta vez sí, simpatía a su personaje que resulta mucho más atractivo que el hijastro llorica, que es o no es.
Parecería especialmente fácil escribir una versión de Hamlet en la cual el príncipe, enloquecido por el arrepentimiento de un complejo de Edipo mal resuelto y la muerte repentina de su padre, se dedique a acosar al primero que se pone a tiro, el nuevo marido de su madre, hacia quien se puede culpar a la vez por celos y sospechas infundadas, para conseguir de una tirada la tranquilidad, el poder y el amor. Creo que en este caso la posibilidad está más abierta que nunca, el pobre Hamlet tiene un ataque de nervios, cree ver un fantasma, y acaba con su pobre tío, que es todo un señor.
La actuación de Jacobi es lo que se pide habitualmente para el personaje, además demuestra un gran control de la voz y la expresión corporal, pero parece un poco esos cantantes de blues que desnaturalizan las canciones añadiendo gorgoritos en cada frase para lucirse.
Por su parte, Stewart no hace ni un gesto de más, ni un intento de parecer duro o malvado, deja que el personaje hable por sus actos.
En fin, nada huele a podrido en esta Dinamarca, porque estas versiones de la BBC son siempre respetuosas y cuidadas.
El niño caprichoso acaba destruyendo la familia de su amada Ofelia, sin más, mientras que no se atreve con su supuesto enemigo hasta que los hechos se consuman por sí mismos. ¡Pero qué mal me cae Hamlet!
En este caso el protagonista es Darek Jacobi, Él Claudio, que me ha resultado especialmente antipático (tampoco la simpatía es su fuerte como actor, probablemente) y en su contra, como tío-padrastro-fatricida tiene nada menos que a Patrick Stewart ¡Capitán Picart de Star Treck! ¡Profesor Xavier! Que le da tanta dignidad y, esta vez sí, simpatía a su personaje que resulta mucho más atractivo que el hijastro llorica, que es o no es.
Parecería especialmente fácil escribir una versión de Hamlet en la cual el príncipe, enloquecido por el arrepentimiento de un complejo de Edipo mal resuelto y la muerte repentina de su padre, se dedique a acosar al primero que se pone a tiro, el nuevo marido de su madre, hacia quien se puede culpar a la vez por celos y sospechas infundadas, para conseguir de una tirada la tranquilidad, el poder y el amor. Creo que en este caso la posibilidad está más abierta que nunca, el pobre Hamlet tiene un ataque de nervios, cree ver un fantasma, y acaba con su pobre tío, que es todo un señor.
La actuación de Jacobi es lo que se pide habitualmente para el personaje, además demuestra un gran control de la voz y la expresión corporal, pero parece un poco esos cantantes de blues que desnaturalizan las canciones añadiendo gorgoritos en cada frase para lucirse.
Por su parte, Stewart no hace ni un gesto de más, ni un intento de parecer duro o malvado, deja que el personaje hable por sus actos.
En fin, nada huele a podrido en esta Dinamarca, porque estas versiones de la BBC son siempre respetuosas y cuidadas.
El niño caprichoso acaba destruyendo la familia de su amada Ofelia, sin más, mientras que no se atreve con su supuesto enemigo hasta que los hechos se consuman por sí mismos. ¡Pero qué mal me cae Hamlet!
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