Pase lo que pase en los próximos años, mejore o no la economía, parece claro que nos encontramos en una nueva situación, porque algunos de los cambios a peor que nos ha traído la crisis han venido para quedarse.
En el plano social, junto al problema del enorme número de parados todavía existente, se ha producido una enorme bajada de ingresos de los trabajadores, que hace pensar que ahora sí vivimos por encima de nuestras posibilidades, y que precios como el de la vivienda tendrán que seguir bajando, porque un piso de 200.000 euros ya no tiene sentido para tantos ciudadanos que acabarán cobrando entre 600 y 1000 euros al mes. Éste sigue siendo el ejemplo mas evidente de que todavía nos queda mucha "digestión" por hacer, incluso en el caso de que las cosas vayan a mejor, pero, en general, la esperanza que algunos mantienen de que las cosas "vuelvan a ser como antes", nos lleva a vivir sumergidos en cierto espejismo del que iremos saliendo con dolor, según vayamos gastando nuestros ahorros y los de nuestros padres y nos quedemos viviendo más "al día".
¿Nos explicarán algún día cuales serán las repercusiones reales de las bajadas de sueldo? Pongamos que podemos llegar a un 15% o incluso un 10% de paro en los próximos años, aún así las bajadas de sueldo implican bajadas de cotizaciones y de IRPF, los impuestos para las empresas también se bajan, para estimular la economía, los más ricos cada vez tienen más recursos para pagar menos, incluso dentro de la ley, si hace falta se irán fuera a climas más "cálidos" y asunto resuelto, entonces ¿Quién pagará las facturas?
Una escena representativa: el otro día estaba yo dando un paseo, ya había anochecido, pero no era más allá de las ocho
de la tarde, el ambiente era tranquilo, todavía hacía buen tiempo y no faltaba gente en las terrazas, pero en el trayecto de vuelta a mi casa me crucé con tres personas revolviendo en distintos contenedores de basura, los tres eran hombres, probablemente entre 65 y 75 años, dos de ellos se pusieron a disimular al ver que alguien pasaba por su lado, y el tercero estaba tan concentrado, o le importaba tan poco, que siguió con lo suyo sin más.
Incluso suponiendo una mejoría en la economía nacional ¿Vivirán estas personas lo suficiente como para ver normalizada la suya, su economía personal y familiar?
Otra de las herencias de la crisis, que también dejará su huella pase lo que pase, es el intento nacionalista de dar por terminadas sus reivindicaciones por el camino de conseguir la independencia. Intentan abandonar el barco por si se hunde, en la idea de que ellos nadan mucho mejor que los demás (basta escuchar a Junqueras), pero en realidad el único hecho cierto es que prefieren nadar solos.
Aún en el caso de que salgamos de la crisis, los independentistas han puesto un hito en el camino, que difícilmente se moverá sino se produce un movimiento hacia la unidad de España, que clausure las cortes autonómicas, para convertir España en un Estado provincial. Esto no significa centralizar, o al menos no en el sentido de que no se tomen decisiones por representantes locales, sino que dichos representantes deban tomar dichas decisiones negociando y coordinándose con el resto, no cada uno por su lado, produciendo sinergias sin enfrentarse en "carreras hacia el fondo", como dice la expresión anglosajona (race to the bottom), carreras que sólo consiguen hacer más pobres a cada uno de los participantes.
En previsión de aquellos a quienes consideran la idea de la unidad como idea de derechas, llamaré en mi defensa a Noam Chomsky, quien, en contra de repartir competencias, arguye que sólo las grandes empresas pueden sobornar a los gobernantes de los USA, pero incluso las medianas pueden influir en el gobierno de un estado concreto.
Hay una tercera herencia que nos dejará la crisis, aunque se solucione, y es la caída de los grandes partidos y el surgimiento de otros nuevos, pero este es un tema que merece la pena tratar en solitario en otra ocasión.
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