Tengo que empezar manifestando mi antipatía por la autora, de quien considero que tiene un punto sensacionalista. Es un personaje bastante público, porque ha presentado varios documentales sobre la historia de Roma, siempre intentando romper prejuicios, a menudo inexistentes, o sea, que me da la impresión de que se va creando prejuicios que luego pueda destruir.
Una vez revisadas mis propias opiniones, paso al libro en cuestión. Es un libro bastante agradable de leer. Aunque, lógicamente, una historia de Roma, o de su "primer milenio", como bien dice la autora, que ocupa poco más de 500 páginas tiene que ser bastante resumida, y así se va fijando la autora en aquellos sucesos y personajes que le parecen más representativos. Con esta idea en mente, empieza su historia en el año 63 a.C. cuando Cicerón ataca a Catilina con su famoso "Hasta cuando...", provocando su condena. Uno de los motivos para elegir este punto para iniciar el relato es que se conservan muchos escritos de Cicerón, así que de alguna manera hablar de él es pisar terreno más firme que hablar de otros, otro motivo es que la lucha de clases en la antigua Roma es el eje más importante del libro, y este episodio de Cicerón, un "hombre nuevo", representante del "status quo", enfrentado a Catilina, revolucionario quizás muchas veces llevado hasta la caricatura, es muy útil tanto para hablar de la propia Roma, con sus continuas luchas internas, como para hablar de historia, con sus continuas tomas de partido, explícitas o implícitas.
A partir de este año 63 el libro inicia lo que G. Bueno llamaría un "regressus" hasta la monarquía original y el principio de la república, y desde ahí un "progressus" hasta el imperio de Caracalla, que pone final al libro, por considerar que los cambios internos en la política del Imperio ya le obligarían a hablar de "otra cosa". Sin embargo el corte no es brusco, más allá del gobierno de Caracalla hace útiles comentarios generales sobre el cristianismo y la entrada de los "bárbaros".
Creo que hay cosas muy bien contadas en el libro, como el el hecho de que el juicio personal que se hace de los emperadores: el sabio Marco Aurelio, el demente Nerón, el vicioso Calígula..., sustituye gratuitamente al juicio político, que parece que es el que debería interesarnos. Este marco mental se podría poner en relación con la idea medieval de que la conducta de los reyes, mediante el castigo o premio divino, marcaba el destino de los reinos. Nos dice Beard que los emperadores asesinados como Nerón y Calígula, son mal vistos porque sus sucesores tienen que basar su legitimidad en dichos asesinatos, mientras que los emperadores cuyos hijos heredan el trono, como Marco Aurelio, son bien tratados por la posteridad, porque sus cualidades legitiman también a los sucesores. Dentro de esta buena explicación, como le pasa a menudo a la autora, se le va algún comentario de las manos, como su desprecio en conjunto a las Meditaciones de Marco Aurelio, y es que a veces el afán de "aplanar" a los "buenos y los malos", deja escapar comentarios que se podía guardar, porque no aportan nada, salvo una sensación de que el orgullo de la autora pesa demasiado en su obra.
En este tipo de criterios, más filosóficos que históricos, es donde cojea en ocasiones el libro. Por ejemplo, al hablar de "la choza de Rómulo", la considera prácticamente un timo. Esta choza se situó durante siglos en Roma, siendo, por supuesto, reparada muchas veces. Como es previsible, siendo una choza de madera y paja, en pocos decenios probablemente no quedaría ni una pieza original de la choza, pero ¿Esto hace que la choza sea falsa? Se ha escrito mucho sobre la idea de identidad alrededor de esta situación (normalmente referida al barco de Teseo), pero, idealismos aparte, ¿Dónde está el engaño? ¿Según se van sustituyendo piedras en la "Seu Vella" de Lérida, va dejando de ser el mismo edificio? ¿Se está engañando a los leridanos o aficionados a la arquitectura en general? No lo creo.
En definitiva, merece la pena como entretenido y bastante completo libro de divulgación de la historia de Roma, desde que era, más que una ciudad, un pueblo belicoso rodeado de otros pueblos belicosos, hasta la culminación del imperio. Todo visto principalmente desde la guerra de clases, y por eso también la elección del título, SPQR: el Senado y el pueblo de Roma, que ya marca el sentido del libro, del imperio, y en cierta manera también, según Marx, es el motor de la historia.
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