Libro de divulgación del flamante premio nobel Roger Penrose.
La premisa principal, que da sentido al título, es la de que la conciencia reside en un posible funcionamiento cuántico del cerebro, más concretamente un entrelazamiento de átomos en estructuras pequeñas para nuestro escala, pero grandes para la escala a la que los efectos cuánticos suelen notarse (grande por número de partículas entrelazadas, no por tamaño, ya que el entrelazamiento es un fenómeno que se puede mantener en cualquier distancia). Esta premisa no está defendida con mucha fuerza, ni siquiera bien definida, ni el autor lo pretende: expone lo que considera más probable, y deja un poco las posibles demostraciones para un futuro en el que se conozca mejor la relación entre gravedad y física cuántica, porque también supone que en esta teoría del todo estaría la explicación definitiva.Pero, por suerte para nosotros los lectores, esta premisa se deja de lado durante la mayor parte del libro, o, más bien, el autor se siente en la necesidad de dar una clase de física y matemáticas mucho más general, y para mí ahí está el valor del libro.
No me encanta Penrose como divulgador, me da la impresión de que tenemos maneras muy distintas de funcionar, para mi manera de entender las cosas, se detiene mucho en explicar cosas sencillas, y pasa por encima de puntos complicados como dándolos por sabidos.
Dicho esto, creo que no he leído nunca una explicación mejor de los fundamentos de la física cuántica, y ahí es donde realmente este libro brilla. Sin embargo no opino lo mismo de su explicación de la relatividad, que quizás podría ser un poco más detallada y lineal.
Luego está, se me olvidaba, la explicación de la tierra (o de la naturaleza) como un sistema de gestión de la entropía, no de conservación de la energía, no porque esa conservación no se de, sólo faltaba, sino porque considera que la simple conservación de la energía no explica nada, mientras que un suministro de entropía baja por parte de los fotones que nos llegan del sol sería lo que nos mantiene en movimiento; la verdadera fuente y el verdadero sostén de la vida.
Repaso los capítulos del libro mientras escribo este artículo, y creo que lo dejaría en la mitad, en la parte central del tomo (son casi 600 páginas), pero esa parte central vale con creces por todo el libro.
Una buena lectura para encontrarse con la obra, al menos con la obra divulgadora, de Penrose.
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