
Y no sólo por lo que se dice explícitamente. Las imágenes del fundador buscando franquiciados son en sí mismas como un enorme anuncio de multinacional: hombres y mujeres de todas las razas, sonrientes e ilusionados por la oportunidad que se les ofrece de llevar una vida plena, finalmente incorporados a la sociedad no como explotados, sino como líderes.
Según las críticas que he leído, el mensaje se oscurece al final de la película, pero personalmente no lo tengo nada claro. Es cierto que el protagonista (alerta espoiler) engaña, a sus socios, pero se va justificando este engaño a lo largo de toda la película, echando basura sobre la gestión de los engañados ¡Se lo merecían! Y por si no es suficiente, se llevan 1,35 millones de dólares cada uno por el trabajo que ha hecho otro.
También engaña a su mujer, pero también esto se va preparando toda la película, y todo se justifica cuando nos explican que, finalmente, la mujer de su vida era la esposa de un socio, los dos viven juntos comiendo perdices hasta el final, y además donan su fortuna a obras benéficas. ¡No se puede ser más bueno!
Lo mejor de la película, en esto parece coincidir todo el mundo, son las actuaciones. La elección de Michael Keaton como protagonista es casi el único signo de que no se quiso hacer un héroe total del personaje, porque es un gran actor, que siempre da algo oscuro, antipático, casi desagradable a sus personajes, y al tiempo los hace carismáticos y, de alguna manera, poderosos.
En defintiva, no sé si el director quiso ser irónico, o contarnos un cuento para niños disfrazado de aventura para mayores (no hace falta fijarse mucho para ver que al final todos los buenos son premiados y los malvados castigados, la justicia prevalece, y sobre todo, la franquicia prevalece).
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