Tras las elecciones autonómicas, que nos han dejado un paisaje muy parecido al anterior, empieza la precampaña extraoficial para las nacionales.
Ciudadanos sube como la espuma, aunque quizás esta comparación sea demasiado ajustada a la realidad como para gustarles, porque la espuma, tal como sube, baja. Tienen que tener cuidado con el papel que ha tomado Albert Rivera en las campañas y el partido, porque cuando se depende de una sola persona bastan un par de frases para echar abajo un partido.
¿Esto ha pasado con Podemos? Pues en cierta manera sí, lo que se llamó "sobreexposición" de Pablo Iglesias, las corruptelas, la antipatía con la que se tratado el asunto de Izquierda Unida y probablemente cierto cansancio respecto a lo que era una presencia desproporcionada en los medios de comunicación, ha convertido a este partido en lo que quizás era previsible: en el sustituto de Izquierda Unida, ni más ni menos. Tiene sin duda cierto potencial de crecimiento, pero si la economía no desfallece parece probable que Podemos se estanque como tercera o cuarta fuerza política, con un poder similar al IU de Anguita, que no está nada mal.
El PP no sale en mala posición: el hecho de que los resultados en Cataluña no hayan sido definitivamente separatistas y que la economía parezca aguantar hacen que vea crecer sus posibilidades de cara a las nacionales. No han gestionado mal el tema de la independencia, desde mi punto de vista, si se considera que ya es el momento de cerrar las negociaciones autonómicas importantes y empezar a pensar en una España que ya se conoce y mira hacia adelante, no siempre en proceso de construcción. Los defectos del PP, los ya conocidos: la antipatía y hasta cierto punto el desprecio a la comunicación, como si sólo hubiera que contar con nosotros cada cuatro años, y la corrupción, por supuesto, que les hace merecedores de pasar a un segundo plano durante unas décadas.
El PSOE no sale mucho mejor parado. Han tenido el acierto, al menos, de renovar su líder, aunque quizás podían haber buscado un candidato (o candidata) con algo más de profundidad, que sea capaz de algo distinto a repetir tópicos vacíos, y que marcara la dirección del partido, que puede ser la de España, para las próximas décadas. También tiene lo suyo de corrupción, y quizás lo más adecuado hubiera sido sustituir PP y PSOE por UPyD y Ciudadanos, o jugar con cuatro partidos nacionales de centro, limitando el poder de los demasiado contaminados PP y PSOE, pero esa opción parece que se queda atrás dada la fuerza del bipartidismo tradicional.
Este es el punto de partida para la nueva campaña, sólo sabremos lo que realmente significa en el punto de llegada.
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