Sorprende, para curiosos de la historia, lo involucrado que estaba ya el reino de Castilla, en plena reconquista, en las alianzas político-matrimoniales de la época. Uno de los personajes de esta obra es Blanca de Castilla, que llegará a ser reina de Francia, siendo hija de Alfonso VIII y Leonor de Inglaterra, reyes de Castilla, por el nombre ya vemos que esta reina era, a su vez, hermana de "Corazón de León".
Como sucede a veces con las obras históricas de Shakespeare, acaba con un pronóstico (que para el autor ya es pasado, claro) sobre lo grande que va a ser Inglaterra en el futuro, en manos del heredero de Juan, Enrique, a quien las cosas le fueron mucho mejor.
Eran tiempos de guerra continua, en Inglaterra como en todas partes, la época feudal, con Europa gobernada por señores de la guerra, era un no parar de fidelidades, traiciones e intereses contrapuestos. Es lo normal, si quien ostenta el poder lo hace en nombre de la guerra, pues habrá guerra. Durante unos pocos siglos, además, la presencia de Inglaterra en Francia, en ocasiones con dominios más grandes en el continente que en la isla, es una fuente continua de batallas entre reyes y nobles de un sitio y el otro.
A los ojos de Shakespeare los nobles son en su mayoría gigantes morales, que están dispuestos a pelearse por los derechos de un niño, o en venganza del mismo, o porque se lo dice un cardenal. Esto le da un aspecto un tanto ingenuo a buena parte de la obra. En todo caso la historia se simplifica, y nos cuenta las distintas guerras del reinado de Juan como si fueran una sola, simplificando, lo cual era muy necesario, porque parece que al menos fueron dos contra Francia más una guerra civil, y eso no hay quien lo siga en una obra de teatro.
Es difícil disfrutar de esta obra en concreto, desde mi punto de vista, consiste en muchas discusiones muy racionales sobre los motivos de apoyar a unos u otros en distintas batallas, y realmente son pocas las escenas emotivas. En este caso ni siquiera nos da un respiro con algún personaje gracioso para romper de vez en cuando la tensión, excepto en alguna escena del hijo bastardo de Corazón de León, todo lo demás es sesuda discusión y triste guerra.
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