King Lear es una de las obras más prestigiosas de Shakespeare, quizás no una de las más conocidas aquí, porque es una tragedia poco comercial. Es un personaje pseudohistórico, supuestamente un rey bretón del siglo VIII antes de Cristo, pero la ambientación, los títulos nobiliarios y en general las costumbres son más propios de la época del escritor, no de lo que hubiera sido una supuesta prehistoria inglesa.
Según nos cuenta el bufón, que en este caso, bajo sus modales excéntricos, es el cuerdo de la obra, el defecto del Rey es haberse hecho viejo demasiado pronto, antes de hacerse sabio. Por ese motivo somete a una prueba completamente infantil a sus tres hijas, para posteriormente donar su reino a aquellas que la superan, y desheredando y despreciando a quien le trata con auténtico respeto. En paralelo lo mismo sucede con Gloucester, noble leal, que desprecia a su hijo fiel en favor del traidor bastardo (literalmente).
El personaje del rey, interpretado magistralmente por Michael Hordern, empieza un poco descentrado, y va perdiendo la razón completamente ante la traición de sus hijas.
Por lo demás, es un triste relato sobre la vida y la vejez, la lealtad y la traición, y el amarguísimo resabor de que nada importa: los buenos y los malos son igualmente castigados, el único premio de quien obra bien es saberlo, pero eso no le salva de morir, o de ver como sus seres queridos, como ellos mismos, están condenados a muerte, porque es lo que tiene la vida.
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