viernes, 14 de octubre de 2016

Enrique VI - 1983 - BBC Shakespeare Collection

Otra de las obras que Shakespeare dedica a la historia de Inglaterra mediante la biografía de uno de sus reyes. Aunque en realidad en este caso se trata de tres obras, que aparecieron en distintos momentos, que en la versión de la BBC se tiene el acierto de representarlas con los mismos actores para los mismos personales, y por supuesto de forma cronológica en relación a los hechos que se cuentan, no a su estreno, de manera que forman una sóla historia en tres actos.

Ocupan diez horas de DVD, con lo que se podría hacer una temporada de un Juego de Tronos histórico, más valioso, probablemente, que la versión imaginaria que nos vende la televisión, y no nos perdemos (yo tampoco). Cada una de las obras dura unas tres horas y media, en formato de teatro grabado, con lo cual, si se tiene algo de paciencia, los personajes se van enriqueciendo a los ojos del espectador, con el paso del tiempo y las circunstancias.

En estos tempranísimos Episodios Nacionales, el bardo inmortal nos va contando las aventuras y desventuras del país, desde un punto de vista finalmente patriota. Enrique V, el héroe-rey, acaba con las disensiones internas y extiende a Francia el poder inglés, pero durante el reinado de su hijo, el sacerdote-rey, se pierden las posesiones continentales, y la guerra civil vuelve, alcanzando mayores cotas de terror. Los distintos señores se alinean en la guerra de las rosas, pero mientras se pelean entre ellos sus dirigentes tienen puesta la vista en el trono, como premio para el vencedor.

Parece que ganan los York, se llega a un acuerdo, pero apenas se ha jurado la paz ya se está rompiendo por todas las costuras, los ejércitos forman, cabezas de familia y herederos mueren uno tras otro, a veces unos en manos de los otros, hasta que prevalece un nuevo líder, esta vez Eduardo IV, pero tampoco su victoria es definitiva, porque su coronación es vista por su hermano, que reinará como Ricardo III, como un paso más en su propio ascenso al trono.

Extraña como la Edad Media real, llena de crímenes, héroes, villanos, traiciones y lealtades ¡tan actual! se ve sustituida en nuestra ficción por imitaciones, ya sea Olvidado Rey Gudú, Juego de Tronos o El Señor de los Anillos, parece que, como a niños, ya nos nos interesa la complejidad de la historia o la política, y preferimos que nos las sirvan como una papilla semidigerida, simplificada y edulcorada con magos y dragones.

La obra es, como decía, extensa, y los personajes aparecen y mueren a lo largo de las tres obras, algunos que son principales en una de las partes, no han aparecido todavía, o ya han muerto en las demás. Esto sucede, por ejemplo, con Juana de Arco y Talbot, quienes desde bandos contrarios mantienen la guerra en Francia, en un magnífico enfrentamiento dialéctico y militar, parar morir ambos sumidos en la tristeza y la desesperación (si bien la humillación es mayor para Juana, porque Shakespeare no sabe muy bien qué hacer con ella: enemiga de Inglaterra no puede hacerla quedar como una heroína, sin embargo no tiene otro remedio que tenerla en cuenta como militar).

En esta obra es interesante el papel de las mujeres, dado que tanto Juana de Arco como la reina Margarita dirigen sus ejércitos, dejando de lado al delfín y al propio Enrique, hombres que no saben o no quieren defender sus intereses, ni los del estado.

Desde mi punto de vista siempre merecen la pena estas obras, con tiempo por delante, en ellas hay mucho del ser humano actual ¡Tan medieval! Y más aún, probablemente, del corazón inglés, en lo mejor y en lo más terrible.

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