La última película de Woody Allen, que no me deja claro si es un alegato a favor o en contra del amor. Como suele pasar con el director, incluso las mejores relaciones tienen a menudo un lado triste, a veces parece que nos está vendiendo el amor perfecto, pero se acaba enseguida; otras son amores duraderos, pero entonces suelen ser falsos, incluso mezquinos.
En este caso los cuatro protagonistas están enamorados entre ellos, como parte de diversas relaciones, pero a la vez llevan la mochila de otras relaciones. Puede parecer que eligen entre lo conveniente y lo romántico, pero no es del todo cierto, más bien todos pueden tener con todos lo conveniente y lo romántico, así que deciden seguir adelante y, en efecto, tenerlo todo con todos, a ver qué tal. Tampoco parece que esto les haga felices, pero es que la Felicidad suele ser imposible.
La ambientación, es, como siempre, muy bonita: años 30, Los Ángeles y Nueva York, la elegancia y el sutil preciosismo de Allen.
Los protagonistas son Jesse Eisenberg y Kristen Stewart, que ya habían protagonizado una comedia el año pasado, con más química que en este caso, la bastante divertida American Ultra, en la que Eisenberg ya hace, de alguna manera, de un Woody Allen subido de revoluciones.
Como siempre con Woody Allen la película merece la pena, aunque sea la centésimo quinta remezcla de los mismos temas, tanto que a veces parece casi un refrito de películas anteriores, el simple cambio de entornos y personajes da riqueza al microuniverso Allen, y es una pieza más en su puzzle, aparentemente interminable.
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