viernes, 9 de octubre de 2015

Los Negocios del Señor Julio César - 1949 - Bertolt Brecht

Novela original, en la que se nos muestra la sociedad política del siglo I antes de Cristo a través de uno de sus protagonistas principales, probablemente el más importante de su siglo, y mucho más,  si tenemos en cuenta que 2000 años después de su muerte su nombre todavía era utilizado para los emperadores de Alemania y Rusia.

César remata la república romana, que probablemente daba sus últimos coletazos antes de su aparición, y pone las bases para que su heredero inicie una nueva era de paz, pero también de gobierno absolutista.

Pero no es este César legendario, el "divino César", con quien nos encontramos en esta obra, es sólo C., que aunque no se mencione haría referencia según la costumbre romana a su nombre de pila, Cayo, no al César, que usaba para referirse a sí mismo y que posteriormente Augusto puso tanto cuidado en conservar.

El Cayo de la novela es un hombre de edad mediana (38 años), con cierta influencia en la ciudad (es Pontífice Máximo, aunque el autor desprecia un tanto esta circunstancia), y se dedica a pequeñas corruptelas y a vivir por encima de sus posibilidades.

No se sabe muy bien si está esperando su oportunidad de medrar, o si son sus multimillonarias deudas las que le obligan a huir hacia delante y convertirse en el principal ciudadano de Roma. Es precisamente en el momento en que César va a presentarse al consulado cuando Bertolt Brecht deja la novela, que ya nunca acabará.

Desde mi punto de vista el personaje se le está haciendo grande, y cada vez tiene que reconocerle más y más peso a sus actos, que cada vez tienen más repercusión. Es fácil hablar de un César frívolo y prácticamente tonto cuando se dedica a aumentar sus deudas sin moverse de su mansión, pero según va triunfando en sus propósitos se hace necesario irle reconociendo méritos, para que la novela no acabe pareciendo un entremés.

Hay algo más importante y cercano que la corrupción de César, y es la corrupción de Roma. Catilina, tras perder las elecciones, quiere tomar el poder por las armas, supuestamente para dárselo al pueblo, pero su capacidad de acción, como la de todos los partidos, depende del dinero que pueda conseguir, y, como pasará en todas las revoluciones futuras, del acuerdo entre los proletarios y los pobres sin pantalones. De esta manera, cuando la "city" le corta el flujo de dinero, y la opinión común le obliga a romper con los esclavos y dejarlos al margen de su revolución, se ve abocado a la derrota total y la muerte.

Mientras tanto César y Pompeyo van obteniendo sus propios triunfos y fondos (explotando las provincias y conquistas) y a la vez buscando su hueco entre el partido demócrata y el senatorial. Pompeyo acaba representando al senatorial, y César al demócrata (popular), pero en la novela da la impresión de que igualmente se podía haber dado el caso contrario si las circunstancias hubieran cambiado.

Todo el mundo está vendido, y los papeles a ocupar sólo dependen de las posibilidades que tenga cada uno para obtener poder y dinero: los sobornos y el saltarse la ley son la regla general, y el pueblo es al mismo tiempo la mayor fuerza disponible, y barro en las manos de quienes intentan aprovecharse de él.

En definitiva, es un libro de política, que está escrito en un lenguaje moderno precisamente para que no resistamos la tentación de buscar los personajes paralelos en la política y sociedad de nuestro momento.

Quizás el mensaje más importante: votemos a quien mejor nos parezca, pero no sigamos a nadie, porque ellos estarán siguiendo sus propios intereses personales.



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