En español se conoce la obra como Cimbelino, aunque en esta ocasión han cambiado el título a Guerra Total, y le añaden el nombre en versión original, para aclarar de qué se está hablando. Puede encuadrarse dentro del numeroso grupo de obras que el bardo dedica a la historia de Inglaterra. En esta ocasión nos cuenta los enredos familiares de un rey bretón en guerra con los romanos.
La adaptación, en pocas palabras, resulta ridícula. Son numerosas las obras del autor que han sido versionadas en un ambiente actual con desigual resultado: Titus Andrónicos, Hamlet, Romeo y Julieta, Mucho Ruido y Pocas Nueces, Coriolano... y supongo que otras que yo no haya visto; el caso es que esta es probablemente la peor, aunque tampoco el Hamlet de Ethan Hawke parece que sea una película de las que animan a repetir (también tiene su pequeño papel en esta adaptación).
He leído algunas críticas a esta película que consideran un error la ambientación actual en las obras de Shakespeare, pero no creo que este sea el problema, sino el borrar concienzudamente toda la épica de la historia: un jefe de moteros no es un rey, sus peleas con la policía no son una guerra, ni, ya puestos, queda muy bien ver al héroe pasear en patinete, lánguidamente, sumido en sus meditaciones (no estoy seguro, pero creo que llegan a llamarle su montura).
En un episodio de Los Simpson, Moe cambia su taberna cutre por un local moderno, en un momento dado, harto de tanta sofisticación, sintoniza un partido de fútbol en la tele, y un cliente le advierte de que, salvo que sea una ironía, debe quitar el partido.
Pues eso, o esto es una enorme broma, o mejor no hacerlo.